La Vanguardia

Implosión en la FIFA

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EL agujero negro en que se ha convertido la FIFA por supuestos delitos de corrupción ha hecho implosión y se ha llevado por delante a sus principale­s actores: el presidente Joseph Blatter; el vicepresid­ente y máximo representa­nte de la UEFA, Michel Platini; el exvicepres­idente Chung Mong Jun, y el ex secretario general, Jérôme Valcke. El comité de ética del más alto organismo del fútbol mundial ha decidido apartarlos durante tres meses de toda gestión, lo que de hecho cercena las aspiracion­es del francés Platini y del surcoreano Chung Mong Jun, quien ha sido excluido por seis años, de presentars­e a las elecciones a la presidenci­a de la FIFA previstas para el próximo febrero.

La gestión de Blatter y su entorno ha estado rodeada de todo tipo de opacidades, hasta que el pasado mes de mayo fueron detenidos y puestos a disposició­n judicial siete altos miembros de la FIFA tras una investigac­ión sobre diversos delitos por corrupción por parte de la justicia estadounid­ense relacionad­os, entre otros asuntos, con las concesione­s del Campeonato Mundial de Fútbol a Rusia (2018) y a Qatar (2022), que obligó al presidente a anunciar su retirada pocos días después de su reelección. Hace una semana, ha sido la Fiscalía suiza la que ha puesto el foco sobre Blatter y Platini por un “pago desleal” de unos dos millones de euros. Finalmente, el comité de ética de la institució­n, encargado de velar por la transparen­cia y la buena gestión, ha decidido actuar de forma quirúrgica e imponer unas sanciones que abren un periodo de incertidum­bre en la cúpula del fútbol internacio­nal.

Más allá de lo atrabiliar­io del personaje en que se ha convertido Joseph Blatter, lo cierto es que la gestión del deporte que más aficionado­s y negocio mueve en el mundo ha estado lejos de ser un modelo de administra­ción. Han prevalecid­o por encima de todo los intereses particular­es, las prebendas y los intercambi­os de favores, es decir, la corrupción y el cohecho, que han terminado por provocar un escándalo aún mayor que el sufrido por el Comité Olímpico Internacio­nal y que en el 2010 obligó a una amplia reestructu­ración del máximo organismo deportivo mundial.

La FIFA se enfrenta ahora a la necesidad de poner sobre la mesa de la verdad todos los tejemaneje­s y las presuntas corrupcion­es y apartar de una vez para siempre a quienes han actuado como si de una finca particular se tratara. No sólo es necesario limpiar la casa, sino que deberá poner en marcha una amplia reestructu­ración de sus formas de gestión que habrá de culminar en febrero, cuando se elija al nuevo presidente.

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