De la alta velocidad al Regional
Cientos de pasajeros fueron trasladados en bus desde la estación del AVE hasta Tarragona para seguir en tren convencional hasta Barcelona
Nos llevan a la estación de Sants y, como ya no llego a la reunión, de ahí cogeré un tren hasta el aeropuerto para volver a Madrid en avión. Acabo de comprarme el billete. ¡A saber cuándo arreglan esto!”. Alfonso intentó así poner orden a una mañana caótica. Había salido de Atocha en el primer AVE y pasadas las diez de la mañana –cuando se le suponía en una reunión empresarial– se disponía a subir en un autobús en la estación del Camp de Tarragona. Como él, miles de personas se quedaron ayer atrapadas en esta estación, donde nunca se habían congregado tantos pasajeros en tan poco tiempo.
Se acabaron los croissants, las ensaimadas y la máquina de cafés no paró ni un segundo en el único bar de una estación muy grande y normalmente muy vacía, situada en medio de la nada a once kilómetros de la ciudad de Tarragona. Los taxis no dieron abasto –llegaron refuerzos de Reus, de Cambrils, de Salou y de donde fuera– y los coches de alquiler se agotaron en un momento. También se colapsó el acceso móvil a internet.
Siete trenes en los andenes y todos los pasajeros, miles de personas, deambulando por el vestíbulo. Y muy poca información hasta que pasadas las ocho de la mañana empezaron a llegar los autobuses y empezaron a formarse colas kilométricas de ejecutivos y gente arrastrando maletas. “Espero llegar a las cuatro de la tarde al aeropuerto de Barcelona, me voy a Menorca”, decía Víctor. Este madrileño se subió al AVE a las 6.30 de la mañana. Sobre las ocho, el tren había parado en Tarragona y ya no arrancó. Como Alfonso y como el resto de la masificada cola pensaba que el autobús le llevaría directamente a la estación de Sants de Barcelona. Pero no.
Los autobuses que se iban llenando y que se iban marchando llevaban a los pasajeros a la estación de Tarragona. La de toda la vida, la que lleva décadas esperando una remodelación porque, por no tener, no tiene ni ascensor para acceder a los andenes. Y una vez allí los sufridos viajeros del AVE tuvieron que continuar en un tren convencional, quizás un Regional, con un poco de suerte un Regional Express y con mucha fortuna, un Euromed, “¿De verdad que ahora hay que coger otro tren? Esto es increíble, ¿porqué no nos han dicho nada?”, comentaban incrédulos dos directivos. Cinco horas antes se habían subido a un AVE en Atocha, y pasadas las once de la mañana iban a intentar embutirse en un Regional Express para llegar a Barcelona.
No se registraron mayores incidentes. Los momentos de más tensión se dieron en las colas de los autobuses en la estación del AVE y fueron pocos. “Llevamos más de tres horas esperando, nos han dicho que subamos a este bus y dos autocares que han venido después se han ido antes que nosotros”, lamentaba una pasajera. Sin embargo, reinó el civismo y la paciencia entre los pasajeros y eso que algunos, como Alfonso, como estaba haciendo cola para coger el autobús no se dio cuenta que estaba a punto de salir el primer AVE de la mañana a Madrid. Con lo que se hubiera evitado el viaje en autocar a Tarragona (media hora de carretera) y más de una hora en tren regional hasta Sants para luego ir al aeropuerto y volar de nuevo a Madrid.