Gauguin y la oreja de Van Gogh

LOS óleos que Paul Gauguin pintó en Martinica están en el origen de la amistad entre este artista parisino y Vicent van Gogh. Los hermanos holandeses adquirieron tres de estos cuadros por 900 dólares y, unos meses después de la compra, Gauguin y Van Gogh compartieron nueve semanas de trabajo en Arlés, durante 1888. Pero las que debían ser unas jornadas de felicidad se convirtieron en un auténtico drama, en el que resultó sacrificada una oreja de Van Gogh. Desde el jueves, ambos artistas se dan la mano en la exposición El triunfo del color, con la que se presenta la Fundación Mapfre en Barcelona.

Nunca ha quedado claro el origen del incidente. La versión oficial es que empezó en una fuerte discusión, en la que Van Gogh cogió una navaja y la emprendió con su propia oreja, intentando probar algo a su amigo. Esta historia quedaba avalada por la fama de loco que siempre acompañó al artista y por los frecuentes desequilibrios emocionales del personaje. Incluso se cuenta que luego salió de casa y le regaló la oreja envuelta en un trapo a una prostituta, que se desmayó, aunque fue ella quien avisó a la policía y le salvó de morir desangrado. Según los historiadores Kaufmann y Wildegans, basándose en cartas y testimonios cercanos, la discusión no concluyó cuando Gauguin anunció que se iba, porque no lo aguantaba. En ese momento, Van Gogh le lanzó un vaso de cristal a la cabeza, a lo que el pintor francés respondió produciéndole un corte en la oreja. Al final, para evitar su arresto, el artista neerlandés declaró que la herida se la produjo él mismo en un arrebato.

Sobre este incidente hay otras teorías más literarias y menos fiables. En cualquier caso, poder confrontar ambos creadores en la muestra barcelonesa resulta un placer especial en unos momentos en que Barcelona anda escasa de grandes exposiciones. Las autoridades catalanas están con pocos recursos y con la mente saturada de futuros.