Alegría fugaz en las mutuas
El BOE dio el miércoles una alegría fugaz a las aseguradoras: una enmienda transaccional aprobada en el Senado por el PP y CiU permitía que el gasto en seguros de asistencia sanitaria fuera deducible “en la determinación del rendimiento neto en estimación directa” de los contribuyentes. Las entidades catalanas, que llevan 20 años reclamando, en Madrid y en Barcelona, que se recupere la deducción de las primas de salud en el IRPF que retiró el gobierno de José María Aznar en 1998, creyeron que por fin , y aunque fuera sólo para ganar unos miles de votos de las castigadas clases medias al final de la legislatura, el Gobierno había asumido sus argumentos. El jueves, sin embargo, el alambicado redactado desveló finalmente su misterio: la deducción sólo puede aplicarse a empresas, que contraten seguros de salud para sus trabajadores y sus familias, y para los autónomos.
El incidente, sin embargo, desvela el hielo que existe entre las aseguradoras medianas y pequeñas, que forman el tejido empresarial catalán y el Ejecutivo e incluso Unespa, la patronal del sector. “Unespa es de los grandes, y ahora los grandes ya son los bancos”, reconocía el presidente de una aseguradora catalana. “Las compañías medianas habríamos de crear una asociación propia que pudiera también dar voz a nuestros intereses”, remarcaba. Sin embargo, en un sector donde el tamaño origina muchas economías de escala que permiten a los grandes grupos estrujar los márgenes, y donde la caída de los tipos de interés dinamita el mismo modelo de negocio del seguro de vida, todo el esfuerzo de las mutuas se dedica ya a sobrevivir.