Los roces internos afloran en el PP antes de las elecciones
Montoro critica a compañeros que “se avergüenzan” de ser del partido La diatriba se suma a la dimisión de la líder vasca
Algo se esperaban en el PP, pero no tanto ni que quien abriera la caja de los truenos fuera el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, diciendo en público lo que todos en el PP, y en el Gobierno, saben que piensa. Los populares desayunaron ayer con las confesiones negro sobre blanco del titular de Hacienda descalificando a José María Aznar, Rodrigo Rato y hasta a su compañero Margallo; la dimisión de la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, al sentirse desautorizada por la dirección del partido en su propuesta para la convivencia en Euskadi; y el portazo de la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo, cercana a Aznar, que anunció que no iría en las listas del PP “con este presidente”.
Un miércoles negro para el PP en vísperas de la elaboración de las listas para las elecciones del 20 de diciembre, un proceso de por sí conflictivo, y justo el día en el que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría presentaba el balance de 1.401 día de gobierno en un acto festivo con los diputados del PP en el Congreso. Un cúmulo de circunstancias que no hace sino reflejar lo que ha sido la legislatura del PP, con sus luces y sus sombras, y las tensiones entre el Gobierno, en especial la vicepresidenta Santamaría, y el partido, personificadas en la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. También dentro del Gobierno, con los dos sectores que se formaron claramente casi desde el inicio de la legislatura: el denominado G-8, encabezado por el titular de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el que lidera la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, del que forma parte Cristóbal Montoro. Sólo mirando las reflexiones del ministro de Hacienda en El Mundo desde esa perspectiva, se pueden entender algunas de sus afirmaciones. La primera, los reproches al PP, que Montoro resumió en una frase: “¿Economía sin alma?”, acordándose del vídeo electoral del PP en el que el entonces vicesecretario Carlos Floriano reconocía que les había “faltado piel”. El ministro sostiene ahora que “lo malo no es la crítica del adversario, que estimula tu campo, sino la de los tuyos, que confunde al personal”. Y pasa al ataque. “¿Economía con alma? ¡Pero qué tontería es esa! ¡Como si hubiera economía sin alma! Economía es el viaje de novios que se regalan hoy quienes no pudieron casarse en la crisis”.
Hubo mensajes para el partido, pero también para su compañero de Consejo de Ministros, José Manuel García-Margallo, a cuenta de Catalunya y de su propuesta de financiación autonómica: “Margallo es un hombre muy inteligente, pero los demás no somos del todo estúpidos. Él lleva diciendo eso desde 1994, pero uno tiene que saber revisar sus ideas con el tiempo porque si no, es rehén de su propia arrogancia intelectual”.
El titular de Exteriores quitó ayer hierro a estas palabras: “Sus declaraciones son una broma que me tomo con muy buen gusto”, dijo García-Margallo. Pero no ahorró sarcasmo: “Ha estudiado en Bilbao y en Harvard”. Eso sí, Margallo ayer tampoco pudo ocultar su falta de sintonía con Cristóbal Montoro.
Hay, sin embargo, otra reflexión del ministro de Hacienda muy crítica con el PP pero que en el partido no ha sentado mal, porque incluso hay muchos que lo comparten. Se trata del llamamiento, hecho a su manera, a que el PP reaccione: “Hay compañeros míos que se avergüenzan de lo que hemos hecho. Lo explican sin convicción porque en el fondo se avergüenzan de ser del PP. Pero yo creo que España necesita otro Gobierno del PP, sin duda”.
FLANCOS ABIERTOS El enfrentamiento Gobierno-PP y la política en Catalunya pasan factura a Rajoy
COMPAÑEROS
El ministro de Hacienda deja en evidencia sus tiranteces con Margallo
Montoro tuvo que explicarse ayer en los pasillos del Congreso: “El PP tiene que levantar la cabeza. Explicar, explicar”. El ministro sostiene que el partido tiene que reivindicar el trabajo del Gobierno, en lugar de “acomplejarse” ante Ciudadanos, que es lo que intuye Montoro que está ocurriendo.
Otra cosa son los ataques a José María Aznar, su padrino en el PP y con quien fue ministro por primera vez. El enfrentamiento no es nuevo y ahora el ministro se despacha: “No puedo admirar a alguien que ahora se dedica al business y da lecciones desde fuera. Si quieres ayudar, entra en el quirófano. Si no, no molestes: estamos operando”. Una opinión compartida, aunque ayer algún amigo le dijo a Montoro que eso no se hace ni se dice en alto, perteneciendo a un partido y a un Gobierno. “En alto se hacen entrevistas, no reflexiones”.
La sombra de Aznar en el discurso político del PP evidencia otro frente que el PP de Rajoy tiene abierto desde el inicio de la legislatura. El ala dura del PP le achaca al Ejecutivo falta de contundencia en asuntos como la defensa de las víctimas de ETA o la unidad de España, tras el desafío soberanista. En ese pulso se situó el anunció de la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, también en El Mundo, de que renuncia a participar en las listas del PP “con este presidente”. Sus compañeros de grupo, casi sin excepción, subrayan que lo más probable, dadas las expectativas de perder diputados, es que el PP no contara con ella. Pero Álvarez de Toledo ha querido irse hablando alto, como Aznar: “No encuentro argumentos suficientes para defender la gestión del Gobierno ni para pensar que el presidente Rajoy actuaría de forma distinta a como lo ha hecho hasta ahora”, y explica su visión: “En estos cuatro años de mayoría absoluta, la democracia no se ha regenerado ni se ha defendido”. Álvarez de Toledo es muy crítica: “El Gobierno ha despreciado la política y ha desoído todas las alarmas”, habla de una “campaña catalana errática”, de “inhibición” en el 9-N, lo que provocó “una profunda sensación de desamparo, el error de alimentar en verano la reforma constitucional, con la conclusión de que “en el aire queda la sospecha de que el PSOE ya no es el único partido que no sabe qué hacer con España”.
Las hostilidades han empezado en las filas del PP y eso que aún no han comenzado a elaborar las listas y todos los diputados siguen en la estricta obediencia, en espera de saber si tendrán un puesto o no en el próximo Congreso.