El nombre sí que importa
De costa a costa, la guerra verbal sigue abierta. Todo a raíz de una decisión del gobernador (demócrata) de California, Jerry Brown, que muchos esperan –y desean– ayude a cambiar las cosas en la capital federal, Washington.
La rúbrica del gobernador, el pasado domingo, convierte a California en el primer estado del país que prohíbe el uso del término redskin (piel roja) para nombrar a equipos deportivos o a las mascotas de los mismos en los colegios e institutos públicos.
Para muchos indios estadounidenses, el calificativo de piel roja es un insulto racial.
Esta es una larga, larguísima batalla que se juega sobre todo en Washington. En cuanto trascendió la noticia, dos líderes de las comunidades de nativos americanos –Ray Halbritter (Oneida Indian Nation) y Jackie Pata (National Congress of American Indians)– emitieron un comunicado dirigido a la National Football Association (NFL, o liga del fútbol americano) para forzar al equipo de los Washington Redskins a cambiar su nombre. Los propietarios se han negado durante años, y siguen negándose, a atender esa petición, pese a su reiteración.
“Esta legislación histórica, que elimina la palabra R... en las escuelas de California –indican en su nota–, demuestra que la cuestión no va a desaparecer e intensifica la presión sobre Washington. La NFL debería actuar de inmediato para cambiar ese nombre”.
Que a los nativos americanos se les llame pieles rojaa les sienta tan mal como que a los negros se les diga niggers. En cambio, las diferencias en el uso son evidentes. Si alguien utiliza la expresión maldita para los afroamericanos, se le avergüenza o peor. Pero existe total impunidad en el empleo de redskin. De hecho, en la temporada de fútbol americano, el deporte más seguido en EE.UU., es una referencia continua.
Muchos consideran que esta palabra está fuera de época. Para los indios, además, carece de sentido. A los ahora llamados nativos americanos les sorprendieron muchas cosas al tomar contacto con la cultura de los estadounidenses (o conquistadores). Según los historiadores, si algo les parecía una broma fue entender que los colonizadores les bautizaran como pieles rojas. Cómo podía ser si era a los otros –tipos de epidermis blanca como la leche, de origen irlandés, alemán, francés o español– a los que se les ponía la cara colorada como un tomate en cuanto les daba el sol. La rúbrica del gobernador Brown se produce once años después de que su antecesor, el gobernador Arnold Schwarzenegger, vetara una legislación similar. Argumentó que los colegios debían controlar la política escolar interna. Lo mismo dicen ahora los opositores, pero ha quedado clara la diferente sensibilidad entre Brown y Schwarzenegger.
La iniciativa entrará en vigor en enero del 2017. Afecta, hoy por hoy, a cuatro institutos en California. Se permitirá mantener ese emblema en los uniformes mientras buscan uno nuevo, siempre y cuando la compra se realizara antes de la fecha de prohibición.
En cambio, el gobernador Brown no se mostró igual de receptivo con la petición en la que se reclamaba prohibir que edificios públicos y
El gobernador de California prohíbe el apelativo ‘redskin’ en los equipos deportivos de los colegios por considerarlo un insulto racista
parques lleven el nombre de figuras del bando confederado. La iniciativa la lanzó el senador estatal Steve Glazer (demócrata), después de la masacre del pasado junio en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur). Un joven supremacista blanco y mitómano sudista mató a nueve negros mientras estudiaban la Biblia.
Según Brown, asignar nombres a recintos públicos forma parte de la quintaesencia de los mandatarios municipales. “Los gobiernos locales –escribió– son laboratorios de democracia que, en la mayoría de las circunstancias, son capaces de decidir”.
A Glazer, la respuesta le chirrió. Los municipios han tenido años para cambiar esos nombres y no lo han hecho. “El veto del gobernador –replicó– no hace más que ahondar la inaceptable defensa del statu quo”.
El nombre sí que importa.
Que a los indios se les llame ‘pieles rojas’ es tan despectivo como ‘niggers’ para los afroamericanos