Estabilidad fiscal en Barcelona
AYER se presentó el primer proyecto de ordenanzas fiscales del Ayuntamiento de Barcelona elaborado por su actual equipo de gobierno. Lo más destacable, en el conjunto de medidas anunciadas, y con alguna que otra salvedad, es la idea de congelar los impuestos. De entrada, subrayaremos que se mantendrá el impuesto de bienes inmuebles (IBI). Y, con él, otras tasas como las relacionadas con la circulación, el servicio de grúa o los estacionamientos en zona azul. Por el contrario, se anuncia un nuevo impuesto para rodajes cinematográficos o publicitarios en la vía pública. La filosofía que sustenta estas propuestas es la de mantener en su formato actual los impuestos que tienen consecuencias directas para el peculio del ciudadano y, en cambio, gravar las actividades comerciales que devengan un beneficio.
La congelación de tasas municipales es una buena medida. La crisis económica todavía tiene consecuencias muy palpables sobre el conjunto de los barceloneses. La reactivación avanza a una velocidad inferior a la deseada. Por ello, muchos ciudadanos calificarán esta prudente decisión como positiva para sus intereses particulares. Otra buena noticia asociable a dicha decisión es que la administración que encabeza la alcaldesa Ada Colau manifiesta con ella su buena disposición para consensuar con los demás grupos las ordenanzas fiscales. El proyecto presentado ayer fue descrito como un punto de partida, sobre el que se negociará con los distintos integrantes de la oposición municipal. Esta es una novedad apreciable por sí misma, y también en la medida que indica una voluntad de entendimiento con las otras fuerzas políticas, hasta la fecha inédita. La oposición, y en particular PSC y ERC, los dos partidos que dieron apoyo a Colau para su investidura sin pedir entonces nada a cambio, habían expresado a menudo su descontento ante la escasa vis pactista de BComú. El grupo dirigido por Colau, pese a contar con sólo once concejales en una corporación municipal que suma 41, ha preferido andar camino en solitario durante los casi cuatro meses que lleva en el cargo, y actuar sin formalizar complicidades con otros partidos.
El cambio de actitud anunciado por estas ordenanzas fiscales continuistas –que, sin embargo, no permiten excluir la futura aplicación de medidas programáticas de signo opuesto– es positivo. Y también es comprensible, visto que BComú se enfrentará en fechas próximas a uno de sus mayores retos: la aprobación de los presupuestos, para los que sin duda necesitará el apoyo de otros partidos que en el primer tramo de su mandato no ha considerado oportuno buscar.