La Vanguardia

Parque temático de la náutica frente al mar

La crisis ha provocado la diversific­ación de la oferta del sector, que incluye alternativ­as de ocio a la compra de una embarcació­n

- RAÚL MONTILLA

El Port Vell acoge desde ayer hasta el domingo una nueva edición del Salón Náutico Internacio­nal de Barcelona, que espera recibir a más de 55.000 visitantes y que se presenta, además de como un escaparate de novedades del sector, como una opción activa de ocio tanto para ciudadanos como turistas. La organizaci­ón apunta que este año hay más de un centenar de actividade­s programada­s entre talleres, presentaci­ones de regatas, de proyectos científico­s o bautismos de mar. Además, un año más existe dentro del propio salón la posibilida­d de iniciarse en cualquier deporte náutico, cabalgar olas en un simulador o perderse entre barcos de poco más de un millar de euros hasta de más de cuatro millones.

Quien quiera, y sobre todo pueda, gastarse más de cuatro millones de euros en un barco en el Salón Náutico Internacio­nal de Barcelona dentro del stand de Marina Estrella tiene disponible un Azimut 105. También hay embarcacio­nes más económicas: por unos cuantos millares de euros (neumáticas y rígidas), e incluso un velero J70 con remolque, juego de velas, motor fuera borda y transporte hasta la puerta de casa por 45.000 euros. La crisis ha hecho que mientras se reducían las ventas de embarcacio­nes, aumentaran las ofertas de cómo acceder al mar con barco propio. Aunque, y el certamen de este año es la prueba de su consolidac­ión, también con embarcació­n ajena. El alquiler se ha disparado, pero ligado a este también lo ha hecho el turismo marinero, los clubs de navegantes y de patrones o las actividade­s náuticas. La diversidad copa un salón en el que el público que lo visita ya no sólo piensa en yates.

“Cuando comenzamos hace once años todavía se tenía que explicar qué era un club de vela. Además comenzamos con un J80, un barco popular en Estados Unidos, pero que era muy poco conocido aquí”, apunta Heidi Niedermair, fundadora de Business Yatchclub, una empresa con sede en el Port Olímpic que ofrece, por una cuota de 39 euros, salir a navegar con patrón una vez al mes; por 69 sin él. “Se paga el barco completo independie­ntemente de la gente que vaya”, puntualiza Niedermair. Ellos no sólo han resistido a una crisis que ha significad­o un desplome de las ventas cercana al 60% –y eso que este año se esperan otra vez número positivos–, sino que han visto cómo se han multiplica­do las empresas sies milares a la suya. En el caso de Bussiness Yatchclub su público principal son hombres y mujeres de entre 35 y 40 años a los que les gusta navegar pero que no pueden ya no sólo adquirir un barco, sino también ocuparse de su mantenimie­nto. Aunque ahora una porción importante de su clientela son también empresas. “Y comienzan también las españolas. Eso sí que es una novedad”, añade Niedermair en pleno Port Vell, no muy lejos de donde aficionado­s a la pesca prueban señuelos en una piscina de plástico. A tan sólo unos metros del simulador de olas en donde se puede surfear sin salir a mar abierto, que, a su vez, queda cerca del catamarán de la Asociación Edmaktub, que por primera vez acude al salón. En el Náutico presentan su proyecto Rorcual, a través del que investigan la presencia de ballenas en la costa del Garraf. “Hemos llegado a ver hasta 60 ballenas de 47 tipos diferentes”, apunta el presidente de la asociación, Eduard Degollada. “No un fenómeno que sea nuevo. Lo que sabemos por los pescadores de la zona”, añade. Un proceso migratorio de estos cetáceos, desde el Atlántico hasta Córcega, del que todavía quedan muchas cosas por descubrir. “Hay ballenas que vienen a la zona de Vilanova i la Geltrú desde el Atlántico y después de unos días regresan. Ni siquiera van a Córcega”, manifiesta Degollada. La asociación ofrece talleres en su catamarán de 14,30 metros de eslora, pero también la posibilida­d de pasar una semana en la embarcació­n “trabajando como científico­s”. Una forma de difundir conocimien­to, pero también de conseguir fondos.

Edmaktub no es la única asociación presente en el salón que mantiene el espacio de Marina Tradiciona­l, desde donde se reivindica­n los oficios tradiciona­les ligados al mar o barcos históricos recuperado­s como el Quetx de Badalona o del Rafael, un laúd centenario. El Consorci El Far, que cuenta con una escuela de navegación tradiciona­l, ofrece también en esta área distintas visitas culturales al puerto de Barcelona a bordo de embarcacio­nes clásicas. Son experienci­as náuticas, como las que también presenta en el salón la empresa Itacadvent­ure, que alquila veleros, además de en Barcelona, en un archipiéla­go al este de Puerto Rico, en las islas Cícladas, en Croacia o en Turquía.

“¿Quiere probar los prismático­s?”, pregunta una comercial a un visitante que se expresa en francés. En el salón hay también tiendas de ropa, de gadgets electrónic­os, motores eléctricos y gafas de sol. También se venden juegos de café con motivos marineros. Y barcos: unos 700.

El certamen ofrece, incluso, la posibilida­d de embarcarse en una expedición para investigar cetáceos

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DAVID AIROB
 ?? DAVID AIROB ?? El presidente del salón, Luis Conde, ayer en la inauguraci­ón junto al conseller Felip Puig
DAVID AIROB El presidente del salón, Luis Conde, ayer en la inauguraci­ón junto al conseller Felip Puig

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