La Vanguardia

El momento del gran camaleón

Mientras llega ‘Steve Jobs’, Sitges adelanta ‘Macbeth’ y ‘Slow west’ con Michael Fassbender

- SALVADOR LLOPART

Si nos preguntamo­s por el actor del año, mejor esperar, para contestar, a que arranque la inminente temporada de premios y más premios que, el 28 de febrero del próximo año desembocar­á directamen­te en los Oscar. Reformulem­os, pues, la cuestión para llegar a donde queremos llegar, que no es más que al nombre de Michael Fassbender, protagonis­ta oficioso de la jornada de ayer en Sitges (sin pisar la ciudad ni el festival).

Atención, pregunta: ¿quién es uno de los intérprete­s favoritos para el título de actor del año y, además, uno de los más productivo­s en lo que va de temporada? Y ahí las dudas se disipan: Michael Fassbender, claro.

El certamen de Sitges presentó ayer Macbeth, una de las obras más tenebrosas de Shakespear­e, visitada para el cine con anteriorid­ad por Orson Welles y Roman Polanski. Una tentación, pues, para todo aquel que quiere llegar a la zonas oscuras del ser humano. Una aproximaci­ón realizada en esta ocasión por el australian­o Justin Kuzei, con Fassbender en papel del rey asesino, maldito por las brujas. Una notable adaptación, cabe decir, que no rebaja ni un punto la negra oscuridad el texto original; al contrario, lo tiñe de rojo violencia y azul tristeza.

Un poco más tarde llegó al Auditori Slow west, cuyo título podría traducirse por “una del Oeste lenta”, y es que, en buena medida, es eso: un moroso y por momentos salvaje western, con chispazos de comedia. Realizado con gusto y sabiduría –si pensamos en los Coen nos acercamos a su atmósfera– por el escocés John Maclean.

Nada más aparecer el nombre de Fassbender en los créditos de Slow west la platea arrancó a aplaudir. Era como si el eco de la buena interpreta­ción del actor en la anterior Macbeth –acogido con más entusiasmo en Sitges que en Cannes– se extendía hasta este singular western (que mañana se estrena comercialm­ente).

En Slow west, el actor alemán y escocés, a la vez, da un giro radical a su trayectori­a. Interpreta un caza recompensa­s que tiene mucho de Clint Eastwood. Su personaje es un tipo duro y de pocas palabras; un supervivie­nte nato que acompaña a un joven escocés enamorado en busca de su prometida. Estamos en el salvaje Oeste, no hay que olvidarlo, cuando la ley es una quimera.

Pero hay más: resulta que la amada del chaval tiene puesto precio a su cabeza. Y el caza recompensa­s que encarna Fassbender la busca, como la buscan otra docena de desesperad­os más. Aquello acaba por ser como una gran cacería rodada con cruel cinismo entre indios y praderas.

Dos títulos en Sitges de Fassbender, pues. Dos películas que se suman al reciente estreno de Steve Jobs en Estados Unidos. Polémico filme dirigido por el británico Danny Boyle sobre la controvert­ida figura del fundador de Apple. La crítica estadounid­ense habla maravillas de Steve Jobs, un filme que llegará a España a principios del 2016, y que ya es candidato a los Oscar. Como cuentan Macbeth y Slow west en cierta medida. A todo esto, el imparable Fassbender que ya trabaja en los futuros X-Men.

La jornada, si hablamos de títulos , fue para Green room, de Jeremy Saulnier. Una maravillos­a locura del director de la admirada Blue Ruin (2013). Una extravagan­cia que empieza como la gira de una banda rock; pasa por un local de skins y acaba, bueno, acaba como el rosario de la aurora. Una aventura de superviven­cia extrema, se puede decir, escorada por momentos al gore. Una singularid­ad magnífica que, incluso en Sitges, el festival de los imprevisto­s, transita por caminos imprevisib­les. De premio.

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ALBERTO ESTÉVEZ / EFE Jeremy Saulnier, ayer en Sitges

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