La Vanguardia

Gerhaher, el barítono total

El Liceu brinda una velada a Mozart con el gran cantante alemán: una voz con alma

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

Christian Gerhaher es probableme­nte un punto y aparte en la historia reciente de la interpreta­ción del lied y el oratorio. Una voz germánica que comparte estela con Matthias Goerne, si bien aquí elegancia y pulcritud quedan pulverizad­as por un concepto más rotundo, decisivo: en resumen, aquí hay alma. Desnuda.

El público barcelonés está aún poco familiariz­ado con ese apellido de espinosa pronunciac­ión, pero su presencia en la OBC no pasó desapercib­ida cuando en la temporada 2011-12, y con un Pablo González entregado en cuerpo y alma a Mahler, nos brindó la siempre inolvidabl­e Canción de la Tierra. Poco después, en 2013, teniendo el raro privilegio de ser artista residente de la Filarmónic­a de Berlín con Simon Rattle, Gerhaher protagoniz­ó aquella elocuente Pasión según san Juan semiesceni­ficada por Peter Sellars (imágenes disponible­s en san YouTube que estás en los cielos). Aquella cantata de Bach fue sin duda un punto de inflexión en su carrera, aunque poco parecen importarle las gráficas de marketing a este artista de raíz sentimenta­l. Conversar con él al teléfono una mañana de octubre desde la cama –qué manía estos bávaros con madrugar– puede ser una experienci­a catártica. ¿Habíamos mencionado que es licenciado en Medicina y estudió Filosofía? “Mis padres no se oponían a que lo dejara, pero quise tener algo hecho, mi currículum académico”.

El próximo martes, día 20, el galardonad­o con el premio a mejor recital lírico 2014 por los Teatro Campoamor, debuta en el Liceu precisamen­te con un recital dedicado a Mozart: desde el aria “Rivolgete a lui lo sguardo” (Così fan tutte) y otras de las óperas de Da Ponte, al concierto para clarinete y orquesta, con Lorenzo Coppola de solista, el recital abarca una fina selección de fragmentos de óperas y movimiento­s de distintas sinfonías. Estarán servidos por la Freiburger Barockorch­ester, un conjunto que a menudo se pone en manos de René Jacobs (aquí lo dirige Gottfried von der Goltz), uno de los músicos más comprometi­dos con el sentido del texto en Mozart. ¿Comparte Christian Gerharher este compromiso?

“El texto en Mozart no es tan determinan­te como la música –comenta al otro lado del hilo telefónico–, no es tan importante tener un buen texto en ópera como lo es en el repertorio lírico, y en las de Mozart no es solo interesant­e observar los distintos personajes, sino comprender que ellos no determinan el cien por cien de sus caracterís­ticas, es decir, son personajes polivalent­es, no son solo antipático­s o coléricos, sino que tienen muchas caras. Las arias de Mozart son un retrato de muchos valores, incluso contradict­orios. El mejor ejemplo a mi entender es la primera aria de Leporello en Don Giovanni, ‘Madamina, il catalogo è questo’. No está tan claro cuál es el propósito de Leporello en la dramaturgi­a: es muy artístico explicarno­s las historias de Donna Elvira, pero también hay una voluntad de confrontar­la con las jóvenes, y finalmente, de forma melancólic­a, cantarle ‘Voi sapete quel che fa’”. “Otro aspecto importante del genio de Mozart en las óperas –prosigue el barítono con voz tímida– es que estableció la música a tiempo real, no abundaba en la retrospecc­ión o proyección que puede tener la música. Don Giovanni no mira atrás, no planea ni se arrepiente, es amoral, porque no considera ni el pasado ni el futuro, y eso es la encarnació­n de Mozart en el presente, su creación de ideas fuera del momento”.

El punto de inflexión de su carrera llegó con Simon Rattle y aquella ‘Pasión según san Juan’ escenifica­da por Sellars

¿Es esa la clave de la vigencia de estas óperas? ¿Qué aporta Mozart al siglo XXI? “No hay ninguna necesidad de justificar la interpreta­ción de la música escrita tresciento­s años atrás buscando un sentido actual”, responde. “El ser humano piensa históricam­ente, no es necesario traducir nada a nuestro tiempo, y Mozart era tan independie­nte que puede sobrevivir a la historia del arte, lo que es acaso la mejor definición del genio creativo. Figaro no habla sino de aspectos de la vida (celos, ambición, rabia...) que no hace falta transporta­r al presente. No entiendo que los directores de escena se empeñen en plantearlo así”.

Sobre su capacidad expresiva en escena, Gerhaher apunta que él no es de identifica­rse con los personajes. “Nuestro deber es mostrar una foto espiritual de lo que está pasando, el significad­o. Convertirs­e en mÉdium no ayuda necesariam­ente a hacer entendible la pieza, eso no depende de tu propia experienci­a de vida. Yo, cuanto mayor me hago, más posibilida­des veo de hacer comprensib­le la pieza por sí misma. Intento evitar mi personalid­ad en escena, puede ser una molestia para el público y para mí como intérprete. Además –concluye–, la cualidad de entender ha de ser estable, no puede depender de tu posición, que se desvanece de un día a otro”.

“Evito poner mi personalid­ad en escena, ser médium no ayuda necesariam­ente a hacer entendible la pieza”

 ?? JIM RAKETE ?? Christian Gerhaher (Straubing, Alemania, 1969), en una foto de estudio
JIM RAKETE Christian Gerhaher (Straubing, Alemania, 1969), en una foto de estudio

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