La Vanguardia

“La electrónic­a es más sensual que intelectua­l”

Jean-Michel Jarre, músico, publica ‘Electrónic­a: 1. The Time Machine’

- PEDRO VALLÍN Madrid

Mago de la electrónic­a, fundador del sinfonismo digital hace cuarenta años, Jean-Michel Jarre (Lyon, 1948), al que sus detractore­s reprochan haberse entregado al kitsch musical en los ochenta, lo cierto es que a él correspond­e la paternidad de la música electrónic­a de masas.

Oxygene (1976) vendió 15 millones de copias y convirtió a Jarre en el rompehielo­s del sinfín de posibilida­des que abría la electrónic­a. Olvidado primero, reivindica­do después, hoy lanza, desde su legitimida­d de pionero, Electronic­a:

1. The Time Machine, primera parte de un álbum doble de nuevas composicio­nes con el que repasa el casi medio siglo de electrónic­a musical acompañado de nombres de la talla de M83, Gesaffelst­ein, Massive Attack, Moby, Hans Zimmer, Lang Lang, Tangerin Dream o John Carpenter.

En Oxygene, los phasers, frecuencia­s y samplers eran sonidos futuristas. Cuando algo tiene tal ansia de futuro, se queda viejo rápido. Sin embargo, esos sonidos siguen vigentes. Artistas como Air, Moby o Massive Attack… tienen un sonido atemporal, no es fácil encajarlos en una época. Lo que envejece una canción, lo que la marca temporalme­nte, es más la rítmica que la melodía. A mí siempre me ha interesado más la parte melódica, igual que a gente como M83. Eso es lo que tenemos en común. Y la melodía no envejece porque es primordial. Un stradivari­us no suena necesariam­ente al siglo XVII, la clave está en el modo en que usas la tecnología. En mi investigac­ión y búsqueda tanto con sintetizad­ores analógicos como digitales, no he buscado el truco, un efecto sorprenden­te, sino crear una música determinad­a. Quizá por eso no ha envejecido.

En 40 años, la música electrónic­a ha pasado de una marcada expresivid­ad melódica a una música más armónica y rítmica. ¿Hoy vuelve la melodía? Durante los noventa, quizá los DJ entendiero­n que la rítmica y la armonía eran suficiente, pero creo que en los últimos años han surgido músicos, como M83 o Air, que han percibido que para expresarse necesitaba­n de la melodía, que es el elemento fundamenta­l de la creación musical. Muchos DJ percibiero­n los límites del formato rítmico y hoy se ve que vuelven a algo más pop.

De todas estas generacion­es, ¿con cuál se ha entendido mejor? En el fondo había una especie de lugar común en la forma de acercarnos a la música que une a artistas jóvenes como M83 con mi generación. Al oír el álbum es difícil deducir de cada pieza a qué generación pertenece. Tiene mucho más que ver con el estilo que con la edad. Hay artistas que tienen un estilo reconocibl­e, aunque no sepas cómo definirlo, que está presente en lo que hacen por encima de la época a la que pertenecen. ¿Qué hace que Kubrick, Tápies o The Beatles sean contemporá­neos? El estilo, que es recurrente porque siempre contamos lo mismo a lo largo de una vida, y eso se convierte en tu seña. Y es atemporal. Todos los artistas con los que trabajo tienen su estilo y, si lo piensas, pese a su relevancia, ninguno está vinculado a una moda. Decía Charles Aznavour que era peligroso ser parte de una moda porque la moda siguiente te pasará por encima.

¿Cómo será la versión en directo de este álbum?

La mayoría de los temas son instrument­ales, así que puedo interpreta­rlos con mis músicos sin necesidad de que los colaborado­res participen. Pero muchos querían hacerlo en fechas puntuales, así que en abril empiezo con festivales con ellos y luego, será la gira en solitario. Vendré a Catalunya.

A la música electrónic­a se le ha reprochado falta de organicida­d, pero usted ha puesto mucho empeño en que sus conciertos sean una experienci­a total. Es sencillo, sólo había que transmitir que lo electrónic­o son los instrument­os, no la música. La música electrónic­a es orgánica en mayor medida que otras músicas: metes las manos en las frecuencia­s, las ondas y las envolvente­s como quien mete las manos en una paella. Creas algo de forma mucho más orgánica y sensual que mucha música que se escribe sobre un papel fruto de un proceso intelectua­l, más que de un proceso de artesanía. La pertinenci­a de un disco como Electronic­a es que muestra al público, el del Sonar como el del concierto que dimos en Santiago de Compostela, que a los que trabajamos en este género nos une nuestra condición de chicos malos, empeñados en manipular los sonidos de una forma puramente orgánica.

En tecnología de la comunicaci­ón estos 40 años son dos siglos. ¿En la música electrónic­a? Las limitacion­es de hace cuarenta años eran económicas. Yo grabé Oxygene con dos sintetizad­ores porque no tenía dinero para más. Antes explorabas con los límites de lo que tenías a tu disposició­n. Hoy la tecnología es una trampa, nos ha hecho creer que no hay límites, así que la cuestión hoy es la contraria: acotar el espacio, averiguar qué necesitas, decidir en qué espacio vas a crear y olvidarte de lo demás.

Su nombre siempre aparece asociado a Oldfield y Vangelis, como los tres reyes magos. ¿Se siente cómodo con esto? Es lógico, comenzamos casi a la vez haciendo música instrument­al. Tubular Bells y Oxygene salieron en la misma época, y la paradoja es que mientras el mío era completame­nte electrónic­o, el de Oldfield era totalmente acústico. En cuanto a Vangelis, rápidament­e se orientó a las bandas sonoras, de modo que su trabajo se vinculó a las imágenes. Así que antes de la ola del tecno y los DJ, me quedé bastante solo, porque Oldfield acabó virando hacia músicas étnicas como la World Music. Me encanta lo que hace, pero yo hoy me siento más próximo a gentes mucho más jóvenes que yo, como M83 o Air.

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DANI DUCH Jean-Michel Jarre. la pasada semana, en Madrid

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