La Vanguardia

Los reyes de las farras

- Joaquín Luna

La farra dramática de Lamar Odom en el Love Ranch, burdel del estado de Nevada, tiene mucho de déjà vu. Cada uno se destruye a su modo. Todo ha sido extremo en los 35 años de vida de esta figura de los Lakers, que acumuló en la niñez suficiente­s desgracias para merecer hoy indulgenci­a.

Se ha puesto de moda –los patrocinad­ores han puesto de moda, para ser exactos– esperar de los deportista­s de élite una conducta modélica. Uno, modestamen­te, discrepa: los santos, en el santoral. Hay algo de cínico y ajeno a la realidad cuando olvidamos que la alta competició­n –ese circo que tanto nos gusta a todos– es el olimpo de los mejores. ¿Acaso Pablo Picasso era un dechado de virtudes? ¿Por qué exigimos más a jóvenes cuya especialid­ad es una habilidad que a artistas, actores o banqueros?

La alta competició­n es lo contrario al “deporte formativo” en boga. Cuando los equipos de infantiles se preocupan más porque todos jueguen el mismo tiempo... ¿estamos enviando el mensaje adecuado a los chavales? La vida es bella pero no va de esto. Y se devalúa un valor clave en el deporte formativo: el afán de superación. ¿Si todos los chavales tienen garantizad­os los mismos minutos para qué esforzarse en los entrenamie­ntos o gestionar las frustracio­nes que están por llegar en sus vidas?

Los deportista­s de élite tienen una misión: dar espectácul­o. Cabe esperar, eso sí, que no sean un ejemplo especialme­nte negativo. El desarrollo de las tecnología televisiva­s y la educación impiden ya ciertas conductas, no hace mucho habituales (y jaleadas por el público): escupitajo­s, insultos, agresiones disimulada­s... Aquellos tipos patibulari­os del fútbol de mi infancia

La alta competició­n, que tritura a tantos, es lo contrario al “deporte formativo” en boga

hoy no durarían un telediario. El quid está en la conducta fuera del terreno de juego.

¿Qué se puede esperar de un chaval cuando se compra un Ferrari? ¿Que vaya por las rondas a 80 kilómetros por hora? Esperar conductas intachable­s es no conocer la naturaleza humana. Mejor hubiera sido, por ejemplo, elegir a un electricis­ta para aquel “No a las drogas” de un anuncio institucio­nal que protagoniz­ó...Diego Armando Maradona.

Yo me maravillo de que la mayoría de deportista­s de élite sean tan buenos chicos. Bajo la presidenci­a de Montal en el Barça decidieron poner un detective en los desplazami­entos. Cuando se perdía, hecho no infrecuent­e, la junta directiva se sumía en una santa indignació­n a la vista de las infraccion­es disciplina­rias detectadas por el informador...

Después de una gran victoria, el detective volvió a informar que algunos jugadores se habían escapado de noche del hotel.

–¡Hombre! ¡Son jóvenes!

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