Clases de tiro en primaria
Escándalo en Francia ante la imagen de un grupo de niños que manejan fusiles de asalto en la escuela
Escándalo y anatema alrededor del pequeño pueblo de Flastroff, en Lorena, situado en la misma raya de la frontera alemana y con 300 habitantes. El día 9 la escuela recibió la visita del ejército: varios soldados de uniforme del cuartel Juana de Arco de la vecina localidad de Thionville, que alberga al Regimiento 40 de transmisiones. Bajo su actual mando, la coronel Anne-Cécile Ortemann, y el de su predecesor, el regimiento ha participado en misiones en Líbano, Costa de Marfil, Emiratos Árabes y Afganistán. En el programa de la jornada-taller, “demostración de material de protección nuclear-bactereológico-químico, visita del interior de vehículos, degustación de una ración de combate y manejo de fusiles de asalto Famas”. “A los niños les encantó”, explica una madre. Pero se publicó una foto.
Fue el martes, en la portada del diario Le Républicaine Lorraine. En ella se veía a los niños y niñas, de nueve y diez años, echados en el suelo con chalecos amarillos, en posición de prácticas de tiro apuntando fusiles de asalto Famas. “Quien me mira se inclina”, reza el lema de la unidad, estampado sobre un lustroso escudo con dos leones rampantes en oro sobre fondo sable. Esta vez fue la opinión pública la que se inclinó: “¡Niños con armas de guerra en las manos!”, resonó el clamor en la red.
El Ministerio de Defensa ha condenado firmemente la iniciativa y ha anunciado sanciones. “Ese taller no formaba parte del programa contemplado en la visita”, explicó en París el portavoz del Ministerio. “No vamos a hacer de esto un asunto de Estado, pero asumimos nuestro mea culpa, ha sido una torpeza porque los niños son menores, no estaban con sus padres y hay que ser prudentes”, dice el teniente coronel Biberian, segundo del regimiento. El oficial al frente del taller va a ser sancionado, lo mismo que el profesor que acompañaba a los alumnos.
“Ha sido un claro error pedagógico del profesor, una persona con experiencia y buen expediente, pero que simplemente no supo percibir el alcance simbólico de la imagen que se ha dado”, dice Albert Jaeger, inspector académico del departamento del Mosela. En medio de este ruido, ¿qué pasa en el pueblo?
“Hace dos años tuvimos más o menos el mismo programa, sin que nadie se molestara”, explica molesto el alcalde de Flastroff, Roland Schneider, que puntualiza que el falso ejercicio de tiro, sin disparos ni munición en las armas, se realizó no en la sede de la escuela, sino en el aparcamiento que hay junto a su patio. “Por las escuelas pasan los bomberos, la policía y también el ejército; quizás les han manipulado, pero a los niños no les ha chocado, estaban encantados”, dice Christel Collet, madre de dos alumnas. “Los talleres estuvieron bien hechos, sólo esa foto lo estropeó todo”, explica otra madre, que prefiere no dar su nombre. “Mi hijo me dijo que era impresionante, que cuánto pesaba el fusil, pero nada más”, explica otra.
Por más que la impresión y el desagrado por la foto sea más que razonable, la reacción de los padres del pueblo suena menos hipócrita que el ruido mediático y las medidas del Gobierno. Con sus armas matando en Afganistán y Mali, sus aviones bombardeando Iraq y Siria en “legítima defensa”, y con su industria militar que emplea a 165.000 personas en 4.000 empresas vendiendo a todo vapor, este legítimo escándalo debe ser sacado de Disneylandia para ser contemplado en una perspectiva más real.
La exportación de armas francesa ha pasado en tres años de 4.800 a los 18.000 millones de euros con que se cerrará este año. El principal cliente, Arabia Saudí. Con 130 ejecuciones desde el mes de agosto, el reino acaba de anunciar compras por 10.000 millones, entre ellas muchas armas, en el marco de la exitosa visita de Manuel Valls esta semana. Y la venta de aviones Rafale a Qatar ha llevado a autorizar nuevas líneas a Qatar Airways, algo que perjudica directamente a Air France, en el centro de un descamisado conflicto laboral. Nunca París había cuidado tanto a los regímenes del Golfo, hasta el punto de que Le Monde se preguntaba esta semana si “la industria del armamento está al servicio de la política exterior, o al revés”. Al lado de todo eso, lo de los niños parece una lógica sintonización de la política educativa con la más cruda realidad.
La escuela de Flastroff organizó un taller con militares del vecino cuartel Juana de Arco