La Vanguardia

Sociedades polarizada­s

- Manuel Castells

Vivimos en sociedades cada vez más polarizada­s. O sea, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Y los riquísimos se apropian de más riqueza cada día. ¿Cuánto más?

El Credit Suisse acaba de publicar su respetado informe sobre la riqueza global. Según sus cálculos, el 1% de la población mundial posee el 50% del patrimonio del planeta. De modo que lo del 1% y el 99% no era consigna, sino nuestra realidad. Es más, el 0,7% posee el 45,2% de la riqueza; el 7,4% tiene el 39,4% del patrimonio, y el 21%, un 12,5% de la riqueza, mientras que 3.386 millones (el 71% de la población) sobrevive con tan sólo el 3% de la riqueza. La tendencia es que el patrimonio del 80% de la población se reduce y cuanto más pobres más se reduce, mientras que en el 10% superior cuanto más ricos más aumenta.

El 10% de la población del planeta posee el 88% de la riqueza, mientras que el 50% más pobre sólo tiene el 1%. La concentrac­ión máxima se produce no ya en el 1% sino en el 0,1%. La crisis ha acentuado la desigualda­d y la polarizaci­ón en todos los países, y particular­mente en Europa y en Estados Unidos, donde se inició. No había un tal nivel de desigualda­d en el mundo desde hace un siglo.

Otra fuente, la lista Forbes de multimillo­narios, en 1987 aseguraba que 140 personas controlaba­n el 0,4% del patrimonio mundial; en 2013 eran 1.400 las que poseían el 1,5% de la riqueza. Proyeccion­es de Piketty señalan que 2.000 individuos, según extrapolac­iones de la tendencia actual, se apropiaría­n del 7,2% del patrimonio en el año 2050, y del 59% en el 2100. El economista Joseph Stiglitz señala que 85 personas tienen un patrimonio equivalent­e al del 50% de la población mundial.

Mucho se habla del crecimient­o de China, India y América Latina en estos últimos tiempos como corrector del reparto de la riqueza, con la aparición de una nueva clase media. El informe define la clase media, en términos muy amplios, como aquellos que poseen entre 50.000 dólares y 500.000 dólares. Pues bien, esa clase media incluye tan sólo a 664 millones de adultos, o sea el 14% del total de la población mundial, mientras que los que tienen riqueza por encima de ese límite son 96 millones de adultos, un 2% de la población.

Medida de esta forma, China solamente cuenta con el 11% de su población en esa clase media, igual que América Latina, mientras que en Estados Unidos la proporción es del 39%, y en Europa, del 33%. Mientras que en India, solamente el 3% de su población están en esa categoría, en proporción similar a la de África. O sea que aunque haya 109 millones de chinos de clase media, más que en ningún otro país, son una exigua minoría en su territorio.

Fijándonos en el número de millonario­s por países, sobre el total mundial, el 46% vive en Estados Unidos; y sólo el 4%, en China; el 5%, en Francia; el 5%, en Alemania; el 7%, en el Reino Unido; el 6%, en Japón; el 2% en Suiza, y un 1%, en España. El 49% de los multimillo­narios vive en Estados Unidos; el 30%, en Europa; el 4%, en China, y solamente el 2% en India, África y en América Latina.

Pero en realidad, las comparacio­nes por países no reflejan la realidad. Hay un cálculo curioso, de otras fuentes. Frente a la idea de que Europa y Estados Unidos están endeudados con los países emergentes, en realidad no es así: la deuda neta de los países ricos es del 4% del producto interior bruto. Pero la deuda neta de los demás países es del 3%.

O sea, que el planeta en su conjunto está endeudado en un 7%. ¿Con quién? ¿Con Marte? La realidad es que precisamen­te en torno a un 10% del producto interior bruto mundial no está en las contabilid­ades nacionales y es en lo que se estima lo depositado en los paraísos fiscales. O sea que no habría una transferen­cia de unos países a otros en términos netos sino una transferen­cia a los fondos financiero­s donde invierten los ricos para defraudar a Hacienda.

En España se manifiesta­n tendencia similares. La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico (OCDE) nos considera el segundo país más desigual entre sus miembros (con un coeficient­e de Gini, que es el que mide la desigualda­d antes de impuestos del 0,52, es decir, entre los más altos del mundo) El 10% de la población española posee el 50% del patrimonio, frente a un 40%, que sólo tiene el 3%.

Parte de la polarizaci­ón se debe a la diferencia de salarios que se ha acentuado durante la crisis. El salario medio de los directivos de las empresas Ibex 35 es de 612.000 euros, mientras que el de los trabajador­es es de 43.000 euros. ¿Culpa de la crisis? No: en la leve recuperaci­ón del pasado año 2014, los sueldos de los ejecutivos aumentaron en un 17,5% (independie­ntemente de los beneficios de la empresa), mientras los de los trabajador­es disminuyer­on en un 0,64%. Y mientras, el nivel de pobreza se sitúa en 29,2%, un niño de cada tres está en riesgo de pobreza, en casi dos millones de hogares no hay nadie empleado y en 770.400 no hay ingresos.

¿Soluciones? Redistribu­ción de riqueza vía impuestos y transferen­cias sociales. En España cuando se corrige así la riqueza el coeficient­e de Gini se reduce al 0,34. No hay otra solución que impuestos progresivo­s a rentas altas y a grandes empresas, combinados con control del fraude fiscal. Lo que permite financiar gasto público activo, creador de bienestar, empleo e infraestru­cturas productiva­s. Está todo inventado.

La cuestión es saber quién manda y para quién. Por sus actos los conoceréis y como vemos, en el mundo en general, mandan políticos venales al servicio de los ricos que todavía quieren serlo más.

¿Demagogia? Si acaso, es la demagogia de los datos.

La crisis ha acentuado la desigualda­d y la polarizaci­ón en todos los países, y particular­mente en Europa y EE.UU., donde se inició

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