Entre amar y odiar
Me despierto desde hace más de diez años junto al hombre al que amo y que desde hace algo menos de un año es mi marido. Voy a la cocina tras besarlo y asearme, me preparo un café y, como uno más del resto de españoles, abro mi Facebook, donde un amigo comparte un post que encoge mi corazón. Recientemente una joven transexual en Brasil fue torturada mientras sus verdugos lo grababan en vídeo.
Adolescentes gais son lapidados bajo el dictado de jueces. Lesbianas violadas, travestis linchados por la muchedumbre y todo circula por la red con el orgullo de los cobardes asesinos. Un reguero de muertes brutales y torturas sádicas por el motivo de ser diferente, de amar diferente y de vivir diferente.
Al terminar de leer el post, recuerdo como amigos míos, sin maldad ninguna pero con algo de desconocimiento quizás, me preguntan cada año cuál es el sentido de la marcha del orgullo gay en una sociedad como la nuestra, y creo que estos lamentables e inhumanos hechos son la respuesta. Mientras haya alguien perseguido por amar, por vestir, por sentir y vivir diferente, de acuerdo con lo que su corazón le dicta, mientras estos cobardes asesinos crean que su odio es mayor a nuestro amor, saldremos cada 28 de junio armados con nuestras manos enlazadas, con nuestras miradas cómplices, con nuestras mejores sonrisas.
Vestidos o desvestidos con pelucas, arneses, tacones y lentejuelas, nos manifestaremos en una gran fiesta que inunde las calles con la alegría, con la humildad y ante todo con el tremendo respeto por las voces ahogadas. Que sea este un tsunami de color y de amor que borre de un plumazo la oscuridad de los cobardes asesinos. PATRICK LEONE MARTÍNEZ Sant Feliu de Llobregat