Dunas llenas de vida
Tarifa es el municipio más meridional de la Península y alberga historia, cultura y deporte en kilométricas playas
Marcado por las adversas condiciones climáticas y el paso de civilizaciones desde tiempos remotos, el parque natural del Estrecho de Gibraltar, que tiene su epicentro en la localidad de Tarifa, sobrevive íntegro gracias a estas condiciones extremas, sobre todo el azote de los vientos que consiguió detener el avance destructor del urbanismo de sol y playa en la década de los años setenta.
Si Tarifa es hoy un paraíso para los amantes de los deportes que combinan agua y viento, como el surf, el windsurf, el kitesurf y otros, se debe a la omnipresencia de los vientos de levante y poniente que desempeñan un papel fundamental en la esencia de este espacio natural. Los vientos han configurado el terreno, definido las rutas migratorias de las aves y construido las dunas. Y aportan una diversidad muy notable en su fauna y flora muy adaptadas, fruto de la convergencia de áreas naturales muy distintas. Una diversidad que se refleja también en el paisaje, que lleva al visitante de los acantilados y plataformas de abrasión a un lado de Tarifa, a las inmensas playas arenosas al otro.
La Tarifa heroica que defendió Alonso Pérez de Guzmán del asedio de los benimerines mira hacia el noroeste en una sucesión de playas y faros que desembocan en la linterna de Trafalgar, situada donde, en octubre de 1805, la flota real británica al mando de Horacio Nelson derrotó a los barcos francoespañoles que comandaba Pierre Villeneuve.
Una zona cargada de historia desde tiempos inmemoriales donde brilla la ciudad romana de Baelo Claudia, una enorme fábrica de salazones al servicio de la metrópolis, cuya restauración avanza a buen ritmo y es objeto de una cuidada y minuciosa labor de puesta en valor por parte de la Junta de Andalucía. Una visita ineludible para el viajero donde podrá contemplar las puestas de sol más espectaculares, con al astro cayendo lentamente sobre la duna de Bolonia, declarada monumento natural.
Riqueza arqueológica y riqueza biológica en una zona donde conviven más de 1.900 especies de flo- ra y fauna marina; donde la tortuga boba, los delfines o las marsopas tienen su especial paraíso. Para los amantes del mundo marino existen paseos en barco desde Tarifa en los que se puede disfrutar del avistamiento de cetáceos.
Historia, naturaleza, fauna, flora y, por supuesto, playas inmaculadas. Veinte kilómetros de fina arena entre la playa Chica pegada al casco urbano de Tarifa, y la del Cañuelo, que limita ya con Zahara de los Atunes, en las que el amante de los deportes y el simple turista encuentran todos los servicios necesarios para disfrutar de sus aficiones o sus vacaciones. Decenas de hoteles, campings, restaurantes y chiringuitos jalonan la costa, pero siempre con una presencia discreta .
Las playas de Los Lances, Valdevaqueros, Punta Paloma y Bolonia se suceden unas a otras sin solución de continuidad. La más extensa es la de Los Lances, 4,2 kilómetros de arena fina y aguas limpias a la que el saber popular va llamando de forma distinta según las zonas.
Valdevaqueros es fácilmente identificable por cuanto abarca desde la zona del hotel Hurricane y el camping Torre de la Peña hasta la enorme duna que cierra la bahía. Es el lugar preferido para los amantes del kitesurf cuya práctica es bien visible desde la nacional 340 que recorre la costa. Una playa silvestre, sin apenas edificaciones en sus proximidades, pero bien surtida de cercanos establecimientos hoteleros y de restauración.
Punta Paloma contiene uno de los arenales más espectaculares de Cádiz por su fisonomía, ya que se asienta bajo la enorme duna situada al final de la bahía. Algunos engloban esta playa con la de Valdevaqueros, un conjunto arenoso que alcanzaría así los 5,3 kilómetros de longitud. Entre sus peculiaridades destaca la existencia de una zona de fango a la que acuden numerosos creyentes en sus propiedades medicinales.
Termina el recorrido playero en Bolonia, también conocida como el Lentiscal, que extiende sus siete kilómetros de largo entre Punta Paloma y el faro de Punta Caraminal. A lo largo de esta amplia extensión, podemos encontrar zonas muy diferentes, desde grandes extensiones de arena sin protección alguna en los días que sopla el levante, a pequeñas calas al abrigo del viento e incluso piscinas naturales formadas entre las rocas.
Una práctica turística que está adquiriendo un auge importante en los últimos tiempos son las expediciones de buceo en busca de alguno de los miles de barcos que se han hundido en la zona a lo largo de la historia. Por ejemplo, en busca del Reina Regente, un navío que fue avistado por última vez en la ensenada de Bolonia y que nunca llegó al puerto de Cádiz donde se le esperaba.
Así es Tarifa, una realidad de otro mundo.