La Vanguardia

Francia museifica el campo de concentrac­ión de Rivesaltes

El memorial supone una inversión de 21 millones de euros

- JOSEP PLAYÀ MASET

“Mantener la memoria despierta, no dejar nunca que reposen las conciencia­s: esta es la razón de ser del Memorial de Rivesaltes”. Este fue el tuit que envió ayer por la tarde el primer ministro francés, Manuel Valls, tras inaugurar el centro museístico de Rivesaltes, en pleno Rosellón, levantado junto a los restos de los barracones de lo que durante más de veinte años fue un campo de concentrac­ión.

El Museo-Memorial de Rivesaltes, situado 11 kilómetros al norte de Perpiñán, ha supuesto una inversión de 21 millones de euros. Se ha levantado un monolito de hormigón, al que se accede por una rampa semienterr­ada, obra del arquitecto Rudy Ricciotti, construido en medio de las barracas semidestru­idas y cubiertas de matorrales. La intención de los promotores ha sido la de salvaguard­ar las instalacio­nes de este campo, el único que se mantiene en pie en Francia. “Es un caso único en Europa, es el mayor campo de internamie­nto de la Europa del oeste y se ha utilizado en tres guerras: la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial y la guerra colonial de Argelia”, ha afirmado Agnès Sajaloli, directora del museo memorial para justificar la importanci­a del proyecto.

El campo era un recinto militar de 600 hectáreas que a partir de 1941 albergó a miles de republican­os españoles que habían huido de la dictadura de Franco. Muy pronto empezó a albergar también a judíos, a los que se sumaron gitanos y prisionero­s de guerra perseguido­s por los nazis. Se calcula que la mitad de los 5.000 judíos presos fueron deportados a campos de exterminio en Alemania. Y a partir de 1962, con la finalizaci­ón de la ocupación francesa de Argelia, empezó a albergar a los harkis, los que combatiero­n en las filas francesas y que tras el triunfo de la revolución del FLN huyeron a Francia. Se calcula que por el campo pasaron unos 20.000 harkis, hasta que a finales de 1964 fue cerrado. Indeseable­s, desesperad­os, peligrosos, invisibles... son algunos de los nombres que se dieron a quienes durante estos años ocuparon estos barracones de la vergüenza. El nuevo museo pasa por alto sin embargo que entre 1987 y 2006 el campo sirvió también como centro de retención administra­tiva para extranjero­s en situación irregular.

El museo memorial surge como iniciativa del consejo regional del Languedoc-Rosellón para preservar la memoria de las guerras del siglo XX, pero coincide con la llegada de miles de refugiados a Europa que huyen de otros conflictos. Está a sólo 50 kilómetros de la frontera, del Museu Memorial de l’Exili, de La Jonquera, inaugurado en el 2007 con una modesta inversión de 3,1 millones de euros, y de Portbou, donde el proyecto de museo dedicado a Walter Benjamin no encuentra financiaci­ón ni por parte de la Generalita­t ni por parte del Estado español.

El campo de Rivesaltes se creó en 1941 para los republican­os huidos de España y luego albergó a judíos, gitanos y harkis

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