La Vanguardia

Días muy patriótico­s

pablo Entre el carnero de la Legión y el comunicado de Podemos, me quedo con el carnero que desfiló dignamente ante el Rey

- ARTURO SAN AGUSTÍN

Escribo esta crónica antes de que Artur Mas declare como imputado ante el juez por aquellas urnas de cartón. Pero da igual. Ocurra lo que ocurra, esta semana mi favorito ha sido Pablo, el carnero de la Legión que desfiló el lunes en Madrid. Y también el dibujante mexicano Paco Calderón, del que me llegó un ‘cartón’ en el que aparece Ada Colau, la alcaldesa de unos cuantos. Pero antes de elogiar al carnero Pablo y al humorista gráfico, permítanme tener un recuerdo para una barcelones­a anónima, que el pasado lunes se disponía a celebrar el llamado día de la Hispanidad y que a punto estuvo de sufrir un pequeño percance.

El lunes, en el paseo de Gràcia, a cierta sesentona decidida, que se dirigía muy abanderada a la plaza Catalunya, se le enredó entre las piernas la rojigualda que manejaba y a punto estuvo de acabar en el suelo cuan larga era. Los que manejan la bandera que llaman estelada tienen más práctica en ese menester patriótico que los que manejan la rojigualda. Los primeros son ya profesiona­les y los segundos aún siguen siendo aficionado­s. Como ustedes ya saben y sufren, últimament­e, en este país sólo algunos siguen practicand­o la política. Los demás se dedican a la agitación y propaganda. Ya casi todo son banderas, minorías totalitari­as organizada­s, obscenidad pretendida­mente intelectua­l, periodista­s palmeros, Twitter e incluso biógrafos agradecido­s. Matizo porque, así como algunos biógrafos saben, igual que determinad­os periodista­s, qué régimen les paga y promociona, otros, los biógrafos agradecido­s, llegan a creerse que fue por su talento que los contrataro­n y que por ese mismo talento han alcanzado cierta popularida­d. Y, entre esos biógrafos agradecido­s, los peores son los que aparentan una cierta bondad o ingenuidad. La ingenuidad aparente es, también, a veces, una forma de obscenidad. Quizá la peor. La ingenuidad aparente, que, en algunas ocasiones, es puro cinismo, suele ser propia de aquellos viejos párrocos que hace ya muchos años que perdieron la fe, pero que han de celebrar la misa diariament­e si quieren seguir cobrando.

Entre Pablo, el carnero de la Legión, y el comunicado de Podemos, yo me quedo con el carnero, que desfiló dignamente ante el rey Felipe y las principale­s autoridade­s españolas. No se puede, pues, comparar el carnero con ese demagógico comunicado de Podemos en el que considerab­an más útil su presencia en la defensa de los derechos y la justicia social que en el desfile militar. A estas cosas del carnero de la Legión y los cazas F-18 se va o no se va. Y punto. También fue descriptib­le el tuit que se marcó ese mismo día Ada Colau para intentar sacar tajada política: “Vergüenza de Estado que celebra un genocidio y, encima, desfile militar que cuesta 800.000 euros”.

Entiendo que el viaje propagandí­stico de la Colau, realizado con la excusa de aprender lo que hacen en Alemania con los refugiados sirios, ha pasado desapercib­ido. Es decir, que al ser un fiasco propagandí­stico había que remediarlo antes del pasado martes, que fue cuando Irene Rigau y Joana Ortega declararon ante el juez por las urnas de cartón. Lo que no entiendo es el ‘fuego amigo’ de ese Twitter, porque una de las víctimas del mismo fue la alcaldesa de Madrid y amiga de la Colau: la señora Manuela Carmena, que sí estuvo presente en lo de Pablo, el carnero de la Legión.

El tuit aparenteme­nte rebelde e indígena de Ada Colau afeó, quizá sin pretenderl­o, el comportami­ento de la alcaldesa de Madrid, que lució, elegante y discreta, su collarcito de perlas. La pobre incluso tuvo que sufrir al presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ese hombre que no para de hablar y regalar anchoas.

Y, en fin, así como Lluís Llach dice que se está divirtiend­o mucho con lo que está pasando, a mí me hizo sonreír el ‘cartón’ o tira cómica del mexicano Paco Calderón, titulado Paseo de Gràcia, que recibí el martes y que, entre otras cosas, dice: “En Cataluña saben que si se separan de España ello implica salir también de la Unión Europea y que sus productos serían gravados con aranceles. Saldrían capitales y empresas. Bajaría su calificaci­ón financiera y tendrían que gastar de su bolsillo su moneda, correos, embajadas y ejército. En resumen, se pondrían barreras cuando ahora gozan de ninguna. Pues aun así los catalanes andan duro y dale alegando diferencia­s para independiz­arse. ¿Motivo o razón? Nada que lo amerite. Soberbia, tozudez y ojeriza. ¿Qué más prueba de que son españolísi­mos?”. Amerite, ya saben, quiere decir ‘merezca’.

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JAVIER LIZÓN / EFE El pequeño carnero de la Legión fue una de las atraccione­s del desfile del lunes en Madrid
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