Perjudicial y gratuito
La obra de Miserachs no está en la exposición del Macba. Echo en falta aquella densidad, vibración, sensualidad mediterránea, abigarramiento, variedad, que impregna Barcelona, blanc i negre, repleto de barceloneses que desbordaban una ciudad triste en la lucha diaria para subsistir y vivir, recreada con un estilo puntillista y a veces goyesco que desafía la mirada. Nada de esto asoma en ese circuito caprichoso que allí se ha trazado. En el primer ámbito: sólo unas 25 imágenes; en el segundo: su obra aparece engullida y amontonada en un ingenuo diorama callejero; y en el tercero: un pretencioso recortable de figuras dispersas que flotan, aparecen y desaparecen en un oleaje de colorines, lo contrario al tenso rigor ambiental blanconegro que eligió el autor.
Hay quien hace las fotos dos veces: al disparar y en la ampliadora; Miserachs era uno de ellos. De ahí que su mirada creativa, realzada por el encuadre tan personal, merezca ser respetada. Y en este libro, un desafío asombroso para la época, aportó una tercera intervención: reencuadrar para ceñirse a la maqueta. Empecé a trabajar en aquella editorial, Aymà-Proa, cuando el equipo, Miserachs incluido, trabajaba en ese proceso laborioso y apasionante. Importa hacer hincapié en que contadas fotografías, de las 371 que fueron seleccionadas, merecieron aparecer estampadas a doble página, pero se cuidó que no ocuparan todo el espacio: sólo una página y cuarto o, a lo sumo, una y media. Tal sensibilidad evitaba que todo el esencial centro de la imagen resultara deslucido al coincidir con el corte central de las hojas; pues bien, al calor de la exposición se ha publicado una selección de estas fotos en forma de libro: estampadas a doble página y a sangre total, se evidencia hasta la saciedad que ese corte central daña la imagen en su parte más sensible.
Miserachs y su obra están ausentes en esta exposición, y la poca que se exhibe se reinterpreta de una manera muy perjudicial; y gratuita: es lo peor.