La Vanguardia

La semilla digital

GERARD OLIVÉ, COFUNDADOR DE BE REPUBLIC Y DE ANTAI

- MAR GALTÉS

Gerard Olivé tiene una abuela de 106 años, y si le explicara qué es Wallapop, “le diría que es la evolución de un negocio de toda la vida. ¿Te acuerdas del mercado de Sant Antoni, o del mercado del pueblo, La Garriga? Es puro comercio entre personas, y gracias a la tecnología hemos roto la barrera del espacio y del tiempo”. Más difícil es que su abuela entienda que Wallapop es una empresa que no factura nada, y que los rumores la consideran candidata a ser el primer unicornio patrio (una empresa valorada en mil millones). En cualquier caso, Olivé podría decir a su abuela que no puede dar detalles debido a las cláusulas de confidenci­alidad. Sonríe, asegura que “nunca ha habido un producto tan útil y en medio de un flujo monetario tan grande que no haya sido un buen negocio”, y calla. Pero, ¿cuáles son las métricas de Wallapop? “Mucha gente utilizándo­lo mucho”. Y luego dice que “los números son irrelevant­es”, y que “seguro que monetizare­mos, no tenemos ningún planteamie­nto frívolo al respecto. Pero la empresa sigue los pasos que tiene que seguir”. Y hasta aquí puede leer.

Olivé es socio cofundador de la agencia de consultorí­a e implantaci­ón de negocio digital Be Republic. En el 2009 colaboró con el lanzamient­o del portal de Letsbonus, y se hicieron amigos con el emprendedo­r Miguel Vicente. Cuando este vendió a Living Social, Olivé y Vicente crearon lo que ha sido Antai, una “fábrica” de negocios digitales de donde han salido Wallapop, Deliberry o Chicplaces.

Gerard Olivé (La Garriga, 1978) cumplirá 37 años y considera que tiene un ADN tan digital como el de las generacion­es “nativas”. Hijo de padres “emprendedo­res y exportador­es” (su abuelo fundó la empresa de curtidos Acabats del Vallès), Gerard, el tercero de cuatro hermanos, se conectó a internet ya en 1995. Dice que tenía vocación empresaria­l pero optó por “tener un oficio”, y estudió Comunicaci­ón Audiovisua­l en Blanquerna. En 1999 pasó una temporada en Nueva York, en la época en la que despuntaba­n Amazon y Yahoo! “Me di cuenta de que negocio y comunicaci­ón confluían en un nuevo espacio, y me enamoré del mundo digital”. Fue creativo en Netjuice en Madrid y Barcelona, pero “no sirvo para trabajar en una gran estructura”, y creó WebRepubli­c, una agencia de publicidad enfocada a negocio que trabajó para Bayer, Vlex, Ausa, Esteve o Codorniu. “Estaba creciendo pero no aprendía. Lo puse en stand by y me fui a la start-up de unos amigos, Focus on Emotions”. Era el 2005 y desde allí vivió la experienci­a de la entrada de un inversor, el pacto de socios... Y fue con Jordi Sanllehí con quien resucitó la agencia, convertida en Be Republic. Ahora operan con oficinas propias en España, Panamá y Chile y ya son un equipo de cien personas. En paralelo surgió la agencia de publicidad Be2015, con Micky Ribera, muy enfocada a clientes digitales. “Hace cinco o diez años podías crear un negocio digital haciendo sólo publicidad en internet. Hoy el entorno es más competitiv­o, y necesitas crear marca off line: hace que los canales funcionen mejor”.

Olivé no es de aparecer en primera línea, aunque, a través de Antai y de la mano de Vicente, se mueve en todos los “saraos” digitales. Dice que lo suyo son las etapas más semilla que de crecimient­o de las empresas, y cree que el sector vive un momento de “mucho ruido. Levantar una ronda no debería ser un éxito. El éxito es crear un producto que aporte valor”. Y, de nuevo, sin querer entrar en demasiados detalles (las benditas cláusulas de confidenci­alidad), afirma que “Yo soy tradiciona­l: una start-up cuando empieza tiene que aspirar a aportar valor, no tiene que pensar ¡ni en broma! en ser un unicornio... Eso tiene que ser una consecuenc­ia, no una finalidad”. Y añade: “Wallapop es fruto de un ecosistema, de años de trabajo”.

Y desde Antai han creado también un vehículo inversor –como inversores “están mi padre y mi hermano: es la máxima responsabi­lidad que tengo”, dice Oliver–, y también Marcos Bernat (familia fundadora de Chupa Chups); Christian Pascual (de La Garriga, que fue primer inversor de Letsbonus); o la familia mexicana Vargas. “El mundo digital tiene riesgos pero vive un momento muy bueno: gana madurez, Barcelona atrae más talento. Antes todo eran start-ups, ahora hemos ampliado la base y hay de todo: es un proceso darwinista, pero tiene que ser una de las grandes apuestas de la ciudad”.

Olivé es un consumidor irremediab­lemente geek, y “cuando sale un gadget nuevo lo quiero probar” (aunque hoy, precisamen­te, lleva en la muñeca un Swatch colorido pero de lo más analógico). Es poco de redes sociales y más de motor: compitió en esquí y en trial, y ahora le da gas a un buggy.

“Las métricas de Wallapop son mucha gente utilizándo­lo mucho; pero no tenemos ningún planteamie­nto frívolo”

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GUSI BÉJER

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