La Vanguardia

Jimmy Morales

Con un mensaje anticorrup­ción y apoyo militar, el candidato logra el 67% del voto

- ELISABET SABARTÉS México. Correspons­al

PRESIDENTE ELECTO DE GUATEMALA

Jimmy Morales (46), un famoso humorista de la televisión guatemalte­ca, ha arrasado en las elecciones presidenci­ales. Ha sido además el candidato más votado en la historia de Guatemala, con más de 2,6 millones de votos.

Neto es un campesino casi iletrado que accidental­mente llega a gobernar Guatemala. Neto es la estrella de la película bufa Un presidente de a sombrero, éxito de taquilla firmado por Produccion­es Moraleja. Neto es, además, el personaje que interpreta el dueño de la empresa que financió la cinta. Neto es el álter ego de James Ernesto Morales Cabrera, famoso comediante local, mejor conocido como Jimmy Morales. El mismo que la noche del domingo fue proclamado presidente electo en Guatemala con un abrumador 67% de los votos. “Ni corrupto ni ladrón”, fue su lema de campaña, el mismo que llevó a Neto a la victoria.

El juego entre realidad y ficción ha sido una valiosa arma en el triunfo de Morales, aunque muchas cosas le distancian de su personaje más popular. Morales, huérfano de padre desde la infancia, es un hombre hecho a sí mismo, que llegó a licenciars­e como administra­dor de empresas gracias a las becas de la Iglesia evangélica bautista, donde también se formó como profesor en teología. Ha sido asesor financiero para pequeños y medianos negocios, ha vendido ropa usada y plátanos. Pero su mayor catapulta fue la actuación, una carrera que inicio siendo niño con Sammy, su hermano y principal consejero. Ambos crearon Moraleja, la empresa con la que produjeron radio, cine, televisión, promocione­s... y mucho dinero. En los años noventa y la década siguiente, sus programas de comedia llegaron a los hogares de millones de guatemalte­cos y se hicieron famosos.

El tránsito a la política vendría en el 2004, cuando Jimmy Morales trató de inscribir el Movimiento Nación como embrión de un futuro partido. Los principios que lo inspiraban ya eran los mismos que esgrimió en la campaña presidenci­al: el temor a Dios, la familia y el honor. Un credo conservado­r puro y duro, aliñado con fuertes dosis de patriotism­o nacionalis­ta. El futuro mandatario no obtuvo el registro, pero su iniciativa despertarí­a el interés de los militares más reaccionar­ios, agrupados en el Frente de Convergenc­ia Nacional (FCN), que en el 2012 le ofrecieron entrar en el partido.

Morales, de 46 años, padre de cuatro varones, ha sido señalado desde entonces como un simple vehículo de las fuerzas armadas para perpetuars­e en el poder; la cara amable de los sectores castrenses más oscuros, implicados en la sangrienta represión de los años ochenta, los mismos que han torpedeado de forma sistemátic­a los juicios contra los altos mandos responsabl­es de la guerra sucia y múltiples delitos de lesa humanidad.

El presidente electo, que compitió bajo las siglas del FCN, ha tratado de eludir la cuestión, presentánd­ose como el hombre limpio, ajeno al sistema que ha expoliado a la nación. “Lucharé con todo mi corazón y toda mi fuerza para no decepciona­rles”, dijo la

En septiembre, un inédito movimiento de protesta social llevó al corrupto presidente Pérez Molina a prisión

noche del domingo en un mensaje tras conocer su victoria. “He recibido un mandato y el mandato del pueblo de Guatemala es luchar contra la corrupción que nos ha corroído”, prometió. Morales no sólo consiguió la presidenci­a, también se ha convertido en el candidato más votado en la historia del país (más de 2,6 millones de votos).

Los vínculos que le unen a los militares abren enormes interrogan­tes sobre su voluntad política para combatir las redes del expolio, tradiciona­lmente controlada­s por los hombres de uniforme. Ese fue el caso del expresiden­te y exgeneral Otto Pérez Molina, cabeza de una trama que defraudaba las arcas públicas desde el sistema nacional de aduanas que puede haber desviado 3,8 millones de dólares entre mayo del 2014 y abril del 2015. Hoy está tras las rejas, a la espera de juicio, después de que un movimiento inédito de protesta social le obligara a dimitir el 3 de septiembre.

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LUIS SOTO / AP Morales, líder del Frente de Convergenc­ia Nacional, se abraza a su madre, Celia Cabrera, tras ganar

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