La Vanguardia

De Luis Suárez a Companys

- Isabel Garcia Pagan

“La primera a la izquierda y después todo recto”. “Al fondo a la derecha”. “Yo lo sigo a él…”. Diputados deambuland­o con un plano y el número de su escaño, haciendo cola para la foto oficial, asesores despistado­s en busca de orientació­n o ejerciendo de guías improvisad­os... Cuando 82 diputados se estrenan en un Parlament de 135, las familias orgullosas se multiplica­n por los pasillos y la circulació­n física, y sobre todo política, se complica.

La legislatur­a arranca pero las dudas se multiplica­n más allá de si la negociació­n entre Junts pel Sí y la CUP prospera antes del 9 de noviembre, plazo máximo para convocar un debate de investidur­a. Se cubre una etapa, se arranca otra... Mientras, una caja fuerte misteriosa toma posiciones en la estrategia de la oposición por mucho que un ruidoso silencio se haya instalado en las filas independen­tistas intentando poner el proceso soberanist­a por delante de la procesión judicial en El Vendrell.

Un 3% no es suficiente para tapar la ilusión que Raül Romeva considera obligada ante el inicio de la legislatur­a –“mientras hay partido hay vida”– y que contrasta con la tensión latente de la competició­n de guante blanco entre Jordi Turull y Josep Rull por ser los padrinos de una Convergènc­ia renacida. Mucho más con la soledad autoimpues­ta o padecida de Germà Gordó. Mientras todos los diputados de Junts pel Sí se han pasado al ala izquierda del hemiciclo, el conseller es el único diputado que, como miembro del Govern en funciones, ha ido a parar al extremo derecho.

Oriol Junqueras es el único que parece vivir en paz consigo mismo. Si le preguntan cómo van las negociacio­nes entre Junts pel Sí y la CUP responde: “Muy bien, todo muy bien”. Como si estuviera a punto de seguir la conversaci­ón con un cortés ¿y su familia, qué tal?. Se entretiene lanzando piropos a Luis Suárez por echarse el Barça a la espalda frente al Eibar aunque el fútbol y él no parezcan tener sentido en la misma frase; y atiende al alcalde republican­o de Solsona emocionado cuando enseña el pañuelo que, según asegura ante la estupefacc­ión de los presentes, Lluís Companys llevaba en el bolsillo del pantalón cuando fue detenido hace 75 años por agentes de la Gestapo en Francia y entregado al régimen franquista.

La cuenta atrás hacia el debate

de investidur­a está en marcha y no sólo la figura del president mantiene a Convergènc­ia lejos de la CUP. También el lenguaje y las formas. Los diputados de Junts pel Sí asumen el cargo poniéndose a disposició­n del nuevo Parlament para ejercer la autodeterm­inación del pueblo y proclamar el estado catalán libre y soberano. Los diez de la CUP, brazo en alto, no sólo cantan Els Segadors mucho más fuerte, sino que se compromete­n con la ruptura y a iniciar el proceso constituye­nte hacia la república catalana. Los matices arrancan ahí y se extienden ampliados hasta la presidenci­a de la Generalita­t.

No habrá pleno antes de la investidur­a ni declaració­n de inicio del proceso antes de las elecciones generales si alguien no da su brazo a torcer, o directamen­te se rompe el brazo. La CUP votó a Carme Forcadell como presidenta del Parlament y ella gritó “visca la república catalana”, pero los cuperos no fueron más allá en sus concesione­s del primer día. Votos nulos pero simbólicos para la fundadora del POUM Antònia Adroher, la anarcosind­icalista Teresa Claramunt, la fundadora de la Maternidad de Elna Elizabeth Eifenbenz, la libertaria Julia Romera Yáñez, la dirigente vecinal de la Barcelonet­a Emília Llorca, las escritoras María Mercè Marçal y Montserrat Roig y la actriz Margarida Xirgu.

¿Y Artur Mas? Ayer fue el destinatar­io de un voto perdido a secretario de la Mesa. Necesita dos para la presidenci­a de la Generalita­t, pero esos son otra cosa…

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