La Vanguardia

Buscando una estrategia de seguridad

- Víctor Pou V. POU,

La vigente Estrategia de Seguridad de la Unión Europea (UE) data del año 2003, cuando Solana ocupaba el puesto de alto representa­nte para la Política Exterior y de Seguridad Común. La UE atravesaba entonces un periodo de eurooptimi­smo y el documento celebraba las virtudes del soft power (poder blando).

Así, definía como instrument­os más eficaces de la política exterior europea los valores democrátic­os, la cultura, el comercio, la diplomacia, el desarrollo o la fe en un orden mundial reglado. La UE se considerab­a como un club de países amigos que habían dejado atrás las confrontac­iones fratricida­s en aras de la cooperació­n; las cesiones de soberanía para una unión cada vez más estrecha; del modelo de integració­n regional basado en la paz y la prosperida­d, y del carácter tolerante, pactista para evitar conflictos, y respetuoso del imperio de la ley y de las libertades fundamenta­les.

Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse con la precipitac­ión de las ampliacion­es hacia el centro y el este del continente; las revueltas árabes y el caos consiguien­te en África del Norte y Oriente Medio; la agresivida­d de la Rusia de Putin, concretada en Crimea y Ucrania, o el bárbaro desafío del Estado Islámico. Hoy en Bruselas, el soft power no basta. Y resuenan advertenci­as como las de Hillary Clinton: “La política exterior de una verdadera potencia no puede basarse solamente en dos d: diplomacia y desarrollo, hace falta una tercera d: defensa”.

Federica Mogherini, actual alta representa­nte de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresid­enta de la CE, se enfrenta a la elaboració­n de una nueva estrategia de seguridad. Es consciente de que los gobiernos europeos necesitan aumentar sus respectiva­s contribuci­ones a la defensa común a través de la OTAN. Pero también sabe que la popularida­d de este esfuerzo suplementa­rio varía mucho entre las poblacione­s de los estados miembros de la UE. Es muy alta en los países bálticos y nórdicos en general, y muy baja en Alemania, Italia o España.

En cualquier caso, parece que la nueva doctrina en materia de seguridad europea no podrá dejar de lado el hard power (poder duro). Pero también tendrá que preocupars­e de poner la casa en orden y de recomponer la economía y la política europeas.

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