“Full english breakfast for two, please”
Desde la lejanía de estas islas es imposible saber si los españoles van a dejar de comer jamón serrano y chorizo, y los italianos prosciutto de Parma. Pero desde luego los ingleses no van a alterar sus hábitos dietéticos porque lo diga la Organización Mundial de la Salud, faltaría más. Están pensando muy seriamente en irse de la Unión Europea porque consideran abrumadora la burocracia de Bruselas, de manera que la OMS lo tiene claro. Es decir, que el full english breakfast a base de huevos fritos, salchichas, bacon, alubias y champiñones no se puede considerar por el momento una especie en peligro de extinción, por mucho que los expertos digan que sus elementos cárnicos son cancerígenos. Y tampoco apostaría uno su dinero a que en los campos de fútbol de la Premier League se van a dejar de vender hamburguesas y hot dogs. Pero, para que los británicos se queden tranquilos, la profesora Elizabeth Lund, del Instituto de Investigación Alimenticia, ha matizado que el tocino, el salchichón y otras delicias tan sólo contribuyen a tres de cada cien mil casos de cáncer en los países del mundo desarrollado. Un full english breakfast, por favor... De todos modos, en lo del desayuno inglés hay bastante de leyenda. Como tantas otras cosas en el Reino Unido, es una cuestión de clases, y sigue siendo la manera habitual de acumular energía matutina de las clases trabajadoras, de los camioneros, albañiles y recogedores de basura. Aunque dado que la mayoría de ellos son inmigrantes extranjeros, las salchichas que comen con los huevos son polacas y no de Cumberland. De hecho, en el Londres cosmopolita de la gentrificación, las costumbres han cambiado tanto que el desayuno más habitual es un capuccino o un cortado (que se pide con su nombre español), acompañado de un cruasán. Las yummies mummies se llevan las manos a la cabeza sólo de pensar en tener que zamparse unos huevos con bacon, y no digamos de dárselos a sus hijos, cuando lo que mandan los cánones es un zumo natural de pomelo, un yogur y fibra a base de cereales. / Rafael Ramos