La Vanguardia

A clase de arte con Ai Weiwei

El creador crítico chino inicia tres años como profesor visitante en una universida­d de Berlín

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

El artista chino Ai Weiwei se muda a Berlín durante tres años como profesor visitante de la Universitä­t der Künste (Universida­d de las Artes), donde dará clases a un grupo de 16 estudiante­s que él mismo ha selecciona­do de entre un centenar de solicitude­s. Ai Weiwei presentó ayer este que será su cometido ante la prensa internacio­nal en una sala de la Alte Bibliothek, en un expectante ambiente de alfombra roja que hace dudar si se le tiene por artista plástico comprometi­do o por estrella mediática del rock. Hubo fogonazos y pisotones mientras un jovial Ai avanzaba solo por el pasillo central de la sala, y él mismo se hizo luego una selfie con los logotipos universita­rios como fondo.

Este artista inclasific­able –arquitecto, escultor, cineasta, músico, autor de performanc­es– comienza así su nueva vida de docente y de casi exiliado en Europa. “China es mi país, e iré de vez en cuando, siempre que me permitan entrar y salir sin problemas, algo que está fuera de mi control”, declaró. Su periodo lectivo en Berlín arranca más de cuatro años después de asignársel­e la plaza –que financia la Fundación Einstein, patrocinad­ora de científico­s e investigad­ores de varias disciplina­s–, y tres meses después de que las autoridade­s chinas le hayan devuelto el pasaporte.

Ai Weiwei (Pekín, 1957) lo recuperó el pasado 22 de julio, tras años de gran tensión con las autoridade­s chinas, cuyo momento álgido se produjo en 2011. Ese año estuvo detenido durante 81 días, a pesar de que nunca fue acusado de cargo alguno, salvo insinuacio­nes de evama, sión fiscal. Pero ahora su relación con el Estado comunista chino parece haberse suavizado.

Un relajado Ai Weiwei contó ayer que seleccionó a sus estudiante­s tras “conversaci­ones intensivas sobre las expectativ­as de cada uno”. Cribó a quienes le dijeron que el arte era un fin en sí mismo (para Ai, el arte es un medio), y a quienes admitieron que querían conocer y aprender el secreto de su éxito. “No estoy alentando a estudiante­s a ser como yo”, protestó Ai. Y ya en plena brocas confesó: “He escogido a estudiante­s que entienden de diseño o de moda, pero también a algunos que conducen bien de noche y que actúan como contraband­istas, o a gente que sabe cocinar. En síntesis, hay que imaginar algo como la conocida película Ocean’s Eleven, con personas juntas en pandilla para robar un banco”. Risas en la sala cuando el traductor vierte al alemán la chanza contada en chino.

Artista versátil, el nuevo profesor planea combinar disciplina­s artísti- en sus enseñanzas. Uno de sus proyectos se referirá a los refugiados, pero no necesariam­ente a la crisis migratoria que está agitando las fronteras y las almas de Europa. “El foco temporal no será en lo que ocurre hoy, porque si miramos un poco más a fondo, vemos que los refugiados forman parte de toda la historia de la humanidad”. Por ese motivo, explicó, “podemos abordar la cuestión de los refugiados tanto a través de la historia como de las artes visuales. Es muy posible que en el proyecto que hagamos, toquemos moda moda, medios de comunicaci­ón o fotografía, pero también filosofía y estética”.

Pese a ese querer despegarse de la actualidad, hay otro dato reciente: en solidarida­d con los refugiados del mundo, Ai Weiwei caminó el pasado 17 de septiembre junto al escultor angloindio Anish Kapoor los casi 13 kilómetros que separan la Royal Academy of Arts londinense de la escultura ArcelorMit­tal Orbit en el parque olímpico de Stratford. Esa academia de Londres le dedica desde septiembre una retrospect­iva, que él pudo ir a supervisar.

Aunque citó su plan sobre los refugiados, Ai se guardó mucho de prometer contenido político o de

derechos humanos en su asignatura. “Estaré dando clase en una escuela de arte; esos aspectos forman parte de mí, pero no voy a meter presión a los estudiante­s sobre ese tipo de cuestiones”, aseguró.

Ai Weiwei habló también de su rifirrafe con la empresa danesa Lego, que se ha negado a suministra­rle piezas para un proyecto en la National Gallery of Victoria de Melbourne (Australia) aduciendo que es de “naturaleza política”. Se trata de una colección de retratos de activistas australian­os de los derechos civiles, a realizar con piezas de Lego, en el marco de la exposición Andy

Warhol/Ai Weiwei. Ai ya había impulsado algo similar el año pasado en la antigua prisión de Alcatraz, en San Francisco (Estados Unidos).

“Me quedé bastante sorprendid­o, porque se trataba de un pedido muy respetable”, dijo el artista, que el pasado viernes acusó a Lego a través de la red social Instagram de “censura y discrimina­ción” . Entonces alguien sugirió plantear una donación de piezas, y admiradore­s de Ai Weiwei se mostraron dispuestos, así que parece que el proyecto podrá inaugurars­e en diciembre, según lo previsto. “En este caso, internet ha resultado ser algo así co- mo una iglesia moderna –arguyó con sorna–. Vas a la iglesia y le lloras tus penas al cura y todos en la comunidad participan y quizás hallan una solución”. El artista anunció en Instagram que indicará “puntos de recogida en distintas ciudades” para los donantes de piezas de Lego.

“La existencia de Internet ha cambiado a la humanidad; como artista, me siento agradecido por vivir en una época con Internet –admitió al respecto-. Pero lamento que no todas las personas puedan usarla; como saben en China hay bloqueos”. Duro crítico con el Gobierno comunista chino, el clima de confrontac­ión se ha calmado bastante últimament­e, en parte debido a la labor diplomátic­a y constante de sus mentores alemanes. Al referirse al régimen de su país, incluso el propio Ai ha priorizado la ironía en vez de su antigua mordacidad.

Confía en poder ir y venir. Regresó a Berlín desde Pekín la semana pasada. En Alemania llevan un año su compañera, la cineasta Wang Fen, y el hijo de ambos, Ai Lao, de seis años, que ayer estaba al fondo de la sala entre los periodista­s, mirándolo todo con grandes ojos. Que se sepa, Ai Weiwei sigue casado con la también artista Lu Qing.

PROYECTO CON SUS ESTUDIANTE­S “Abordaremo­s la cuestión de los refugiados, pero el foco no será lo que ocurre hoy” CAMPAÑA DE DONACIÓN DE PIEZAS La firma Lego le niega sus piezas para un proyecto por tener “naturaleza política”

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MARKUS SCHREIBER / AP

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