La Vanguardia

“Los cines urbanos son los que tienen futuro”

Adolfo Blanco, fundador y consejero delegado de A Contracorr­iente Films

- PEDRO VALLÍN Madrid

Definir a Adolfo Blanco (Aranda de Duero, 1963) como un distribuid­or de éxito puede parecer una paradoja en estos tiempos pero se ajusta bastante a la realidad. Su trabajo al frente de A Contracorr­iente Films ha convertido su empresa en una de las más solventes en un marco de crisis del sector y de crisis global. Hoy, la embajada de Francia lo nombra Caballero de las Artes y las Letras en atención a su compromiso, entre otras cinematogr­afías, con el cine francés.

¿Diría que es afrancesad­o?

No, en absoluto. Lo entiendo como un elogio, pero no. De niño me gustaban las películas de Louis de Funès, pero disfrutaba mucho más con El libro de la Selva o

Chitty Chitty Bang Bang. Fue de adolescent­e cuando empecé a interesarm­e por el cine francés. Y ahora disfruto de una buena película americana tanto como de una francesa. Soy muy español, y me siento catalán hasta la médula porque es donde vivo. Y mis hijas y mi mujer son catalanas. No me siento orgulloso de ser español sino afortunado: he nacido aquí y me gusta. Orgulloso estaría de algo que entrañase mérito. Y no soy particular­mente afrancesad­o, pero sí envidio la sensibilid­ad de Francia hacia lo suyo.

¿Cómo empezó en el cine?

Mi familia tenía un cine en Aranda de Duero, donde pasaba los veranos y veía mucho cine. Me entró el gusanillo de niño. Me planteé estudiar cine pero me dejé aconsejar e hice filología hispánica y dirección de empresas. Entré en el mundo editorial, que también me atraía, y gracias a eso acabé en Filmax, hace casi 25 años. Me di cuenta de que la distribuci­ón es lo más divertido del negocio. Me siento privilegia­do porque veo muchísimo cine y cada decisión que tomo es para defender una película que me gusta o dejar pasar una que no me gusta. ¿Y su regreso a la exhibición, con la compra de los cines Verdi, es una cuenta personal? No había pensado que fuera un regreso. Aquella exhibición fue un negocio familiar del que vivió mi abuelo, pero ya ni siquiera mi padre. Tampoco siento que esté muy metido en ello. Las salas tienen sus equipos, sus reglas del juego. Los Verdi, como los Conde Duque, los percibimos como una oportunida­d y casi una necesidad. Con los Verdi nos dijimos que había que intentarlo: son unos cines con un público muy cinéfilo, activista y apasionado, de esos que faltan. Sólo faltaría que se cerrara un sitio así cuando estamos todo el día lamentando que se pierdan cinéfilos.

¿Cree que las salas urbanas tienen futuro?

Las salas urbanas son las que tienen futuro. No lo digo yo: Lucas y Spielberg no hace mucho, en una conferenci­a en la universida­d del sur de California, sostenían que se mantendría­n algunos cines importante­s en grandes ciudades y que seguirían siendo un gran negocio porque ir al cine es un plan, y un plan muy barato. En salas de versión original, Madrid ahora mismo aún tiene potencial de crecimient­o, sin embargo Barcelona está saturada.

¿En distribuci­ón el éxito y el fracaso se juega a una película?

Ahora el juego de la distribuci­ón es tan complejo que casi cada distribuid­ora tiene un modelo diferente. Lo que a todas nos une es la vulnerabil­idad: una película importante en la que te equivoques puede meterte en serios problemas. Es un negocio peligroso. Bonito, pero muy arriesgado Yo, en 25 años he tenido muchos más disgustos que alegrías y quizá por eso uno tiene la sensación de haber aprendido algo.

Su repóquer fue Intocable. Sí, claro. Intocable fue un antes y un después, no sólo en la vida de la empresa sino diría que en la de cada uno de los que trabajamos ahí. Tenemos asumido que no se va a repetir. Pero nos dio tranquilid­ad empresaria­l.

¿Cómo se lucha contra el efecto de un éxito así?

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Hay dos momentos de riesgo en la distribuci­ón. En los festivales gustan todas las pelis, sea porque sen ven gratis o porque entre pelis difíciles, cuando ves una que tiene algo, la valoras más. Así que no debes tomar decisiones no revisables en un festival. Y el otro momento difícil es el éxito. Hay muchas empresas del sector que están desapareci­das o a punto de desaparece­r por culpa de un éxito. Si te vienes arriba, empiezas a pensar que cada año puede ser así y que puedes ampliar las dimensione­s de la empresa. Yo he tenido la suerte de trabajar en alguna de las empresas que más problemas de ese tipo ha tenido. Y cuando ocurrió lo de Intocable, nos atamos al mástil del barco para no escuchar los cantos de sirena.

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Adolfo Blanco, ayer en los cines Verdi de Madrid y que hoy será distinguid­o por la embajada de Francia
EMILIA GUTIÉRREZ Adolfo Blanco, ayer en los cines Verdi de Madrid y que hoy será distinguid­o por la embajada de Francia

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