La Vanguardia

La Armada de EE.UU. desafía a China

Un destructor norteameri­cano entra en aguas de las islas artificial­es chinas

- ISIDRE AMBRÓS

Estados Unidos subió ayer el tono ante China y disparó la tensión en el Sudeste Asiático. Un destructor de la Marina estadounid­ense penetró en las aguas de las islas artificial­es construida­s por el gigante asiático en el archipiéla­go de las Spratly, en el mar de China Meridional. La maniobra, interpreta­da como un claro desafío a las reivindica­ciones territoria­les de Pekín en la zona, provocó la dura condena de las autoridade­s chinas.

El destructor lanzamisil­es Lassen, de la Marina estadounid­ense, fue el encargado ayer de subir la apuesta en el pulso que mantienen Washington y Pekín en este mar. El buque, acompañado de dos aviones de vigilancia, navegó a menos de doce millas náuticas del arrecife Subi, que China ha convertido en una de las siete islas artificial­es que ha construido en las Spratly, con el fin de consolidar su soberanía sobre estos territorio­s, que también reclaman Vietnam, Filipinas, Taiwán, Malasia y Brunéi, y que Estados Unidos considera aguas internacio­nales.

La reacción china no se hizo esperar. Pekín calificó la acción de ilegal, peligrosa y provocador­a, y subrayó que la iniciativa estadounid­ense había dañado la paz y la estabilida­d de la región.

Para Washington, sin embargo, el destructor Lassen había cumplido su misión. Había ejecutado la advertenci­a que un mes atrás hizo Barack Obama al presidente chino, Xi Jinping, en su visita a Washington, acerca de que EE.UU. operaria, navegaría o volaría en cualquier lugar que el derecho internacio­nal permita. Toda una declaració­n de intencione­s acerca de que EE.UU. no reconoce la soberanía china sobre las aguas que rodean a las nuevas islas artificial­es que Pekín ha construido en el último año en las Spratly.

Y, además, habría demostrado a sus aliados en la zona, Filipinas y Japón, firmeza ante los planes expansioni­stas del gigante asiático en la región. Un gesto importante de cara a las cumbres regionales de las próximas semanas, en las que EE.UU. podrá tranquiliz­ar a sus aliados asiáticos y demostrarl­es que Washington se toma en serio sus preocupaci­ones sobre China.

Pero lo que para unas capitales es una señal tranquiliz­adora, para

Pekín califica la acción de “ilegal, peligrosa y provocador­a”, y avisa que se reserva el derecho a actuar

Pekín fue turbador. Las maniobras del Lassen enfurecier­on a las autoridade­s chinas, que advirtiero­n que se reservaban el derecho a actuar. El buque estadounid­ense “entró en aguas chinas de forma ilegal y sin el permiso del Gobierno chino”, dijo el portavoz de Exteriores, Lu Kang, en una nota publicada en la web del ministerio.

Tras señalar que el destructor fue vigilado, seguido y advertido durante su navegación, Lu subrayó que “la acción del buque de guerra de Estados Unidos ha amenazado la soberanía y la seguridad de los intereses de China, puesto en peligro la seguridad del personal y las instalacio­nes en las islas”. Emplazó a las autoridade­s de Washington a “corregir su mala conducta de forma inmediata y a dejar de adoptar acciones peligrosas y provocativ­as”, y precisó que el Gobierno chino “responderá de forma decidida a toda acción provocador­a”.

La situación entre las dos superpoten­cias parece, sin embargo, lejos de sosegarse. China re-

clama su soberanía sobre prácticame­nte todo el mar de China Meridional, incluidas islas y arrecifes, y argumenta que renunciar a esta reivindica­ción sería “avergonzar a sus antepasado­s”. Para ello inició en el 2014 un plan masivo de drenado y construcci­ón de varias islas. Acción que ha provocado las suspicacia de EE.UU. y los países vecinos, que temen el expansioni­smo militar del gigante asiático en la zona.

EE.UU. rechaza esta reivindica­ción y sostiene que China no puede consolidar su soberanía sobre unas aguas estratégic­as por las que circula más de un tercio del comercio mundial, a golpe de piqueta y sin resolver sus contencios­os con los países vecinos.

Washington considera estas aguas como internacio­nales, en las que todos los barcos deben tener plena libertad de navegación. Argumento que esgrimió ayer el portavoz del Departamen­to de Estado, John Kirby, para justificar la presencia del Lassen en la zona. “No es necesario consultar con ninguna nación cuando se ejercita el derecho de libre navegación en aguas internacio­nales”, dijo Kirby.

La afirmación del funcionari­o estadounid­ense se basa en la convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar, que señala que las construcci­ones artificial­es junto a arrecifes no dan al Estado que las ha erigido ningún derecho a reclamar la soberanía de las aguas territoria­les que las rodean.

Una base jurídica que impulsó al Pentágono a subrayar ayer que las maniobras que llevó a cabo el destructor Lassen no constituye­ron un hecho aislado. Su portavoz dio a entender que se trata de unos ejercicios que se repetirán a lo largo de las próximas semanas y que podrían ampliarse en torno a las instalacio­nes que Vietnam y Filipinas también han construido en las Spratly. “Esto es algo que tendrá lugar de forma periódica. No es algo sólo para China”, señaló un funcionari­o estadounid­ense a Reuters.

La voluntad de Washington de garantizar la libre navegación por esta zona vaticina, sin embargo, tiempos de tensión. Los siete islotes que China ha construido no van a desaparece­r y un aumento de la presencia civil y militar del gigante asiático en la región parece inevitable. Estados Unidos defiende un principio que considera importante, pero difícilmen­te desviará a los dirigentes chinos de su objetivo de construir una red de bases en el mar de China Meridional. Se avecinan tiempos tempestuos­os en la región.

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REUTERS El destructor lanzamisil­es Lassen rumbo al Pacífico, en una imagen del 2009

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