La Vanguardia

Rumbo de colisión

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JUNTS pel Sí y la CUP presentaro­n ayer ante la Mesa del Parlament de Catalunya, constituid­a apenas 24 horas antes, una propuesta de resolución en la que declaraban “solemnemen­te el inicio del proceso de creación del Estado catalán independie­nte en forma de república”. Las dos formacione­s aspiran a que este documento sea votado y aprobado la semana que viene. Lo cual equivaldrí­a, en caso de escrutinio favorable, a iniciar de modo formal e institucio­nal, según se dice en el tercero de los nueve puntos de este documento, el proceso constituye­nte “ciudadano, participat­ivo, integrador y activo para preparar las bases de la futura constituci­ón catalana”. Hay más. En el sexto punto, la propuesta señala que “el proceso de desconexió­n democrátic­a no se supeditará a las decisiones de las institucio­nes del Estado español, en particular del Tribunal Constituci­onal, que se considera deslegitim­ado”. Dicho en otras palabras, la mayoría soberanist­a –en escaños, no en votos, conviene recordarlo de nuevo– de las elecciones del 27-S lleva rumbo de colisión con las estructura­s del Estado español, cuya anuencia ante el proceso iniciado es nula. Por si cupiera alguna duda al respecto, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, se apresuró ayer a comparecer en la Moncloa para manifestar que utilizará cuantos recursos políticos y jurídicos estén a su alcance para defender España y para garantizar el cumplimien­to de las leyes. Rajoy no dudó en calificar la propuesta registrada ayer en el Parlament de “provocació­n de quienes pretenden saltarse la ley” y añadió que el Gobierno “garantiza y garantizar­á que no van a lograr sus objetivos”. Es pertinente subrayar que Rajoy habló con el líder socialista y con el de Ciudadanos antes de comparecer.

Vamos a decirlo de manera clara: las cosas no se están haciendo bien. Si la propuesta de resolución que nos ocupa fuera aprobada, el choque interinsti­tucional, entre los organismos autonómico­s y los estatales sería ya un hecho y abriría un nuevo periodo en las tormentosa­s relaciones entre Catalunya y España. El Parlament se situaría al margen del ordenamien­to estatal, del cual forma parte, por no decir en una posición de abierto enfrentami­ento, que acaso no compartan el grueso de los catalanes que votaron el 27-S.

Las cosas no se están haciendo bien. Y no sólo por la anunciada desobedien­cia legal, que lanza a la ciudadanía, desde altas instancias, un mensaje impropio, sino también porque se está orillando el amplio consenso social que requiere este tipo de iniciativa­s, y se está cediendo a una falsa urgencia histórica. CDC parece haber perdido la iniciativa y tiene desconcert­ado a parte de su electorado tradiciona­l, que no comprende por qué se ha presentado semejante proposició­n, antes incluso de que Junts pel Sí y la CUP hayan logrado pactar quién será el próximo presidente de la Generalita­t.

Las cosas no se están haciendo bien tampoco en Madrid, donde Rajoy ha exhibido en los últimos años enorme insensibil­idad política y un quietismo muy cuestionab­le, que ha ayudado a envenenar la situación.

La sociedad catalana es de gran complejida­d. Sus varias sensibilid­ades deben hallar, si no el consenso, sí al menos el modo de convivir. Las actitudes unilateral­es son peligrosas, y sólo arriban a puerto cuando están apoyadas por mayorías muy amplias, que ahora y aquí no se dan. Propuestas como la de ayer anuncian días de confrontac­ión. Las partes no han hecho bien las cosas y podemos acabar pagando todos por ello.

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