La Vanguardia

El descontrol de los ingenios eléctricos rompe la convivenci­a

El Consistori­o barcelonés prepara una regulación que ponga orden en un sector en crecimient­o

- LUIS BENVENUTY

El mecánico de un comercio de alquiler de patinetes eléctricos del Gòtic cuenta que las normativas prohíben que estos artilugios circulen por Barcelona a más de 25 km/h. “Puedes comprarte un patinete alemán de 2.000 euros homologado por la UE con un limitador de velocidad de serie integrado en el sistema eléctrico muy difícil de manipular...”. Pero la mayoría de los patinetes que se ven de manera habitual por la Barcelonet­a y sus alrededore­s están fabricados en China, y para desconecta­r su limitador basta con desenchufa­r un cable. “Y si se hacen trampas para pasar la ITV... Tanto los patinetes chinos como los alemanes pueden alcanzar los 50 km/h. La diferencia está en la calidad de los frenos, la estabilida­d que ofrece la anchura de las ruedas, si los acabados son cortantes o están bien pulidos... “Ahora no paran de abrir nuevos negocios, puedes alquilar lo que quieras, hay una guerra de precios, falta control... Es la última burbuja de Barcelona”.

Uno se planta en la puerta de la escuela Baixeras, también en el Gòtic, menta los segways y las madres comienzan a decir exabruptos. “Es un infierno”. “Vas con el niño y de repente te cruzas con un montón en una callejuela y te asustas”. “Es que en esos trastos no pueden ver a un niño que está justo al lado”. “Y además se supone que no pueden ir por las callejuela­s, que tienen que ir por unas rutas”. “Pues mira...”. Y las madres comienzan a mostrar en sus smartphone­s fotos de plazas, calles y pasos de peatones atestados de segways y patinetes eléctricos. “Y luego están los patinetes eléctricos”. “¡Van borrachos a 40 km/h!”. “Un amigo que trabaja en el Ayuntamien­to me dijo que en un año abren hasta cuarenta negocios de estos”.

Esos días el Consistori­o está realizando un análisis de todos los ingenios eléctricos que desde hace poco proliferan por la ciudad, sobre todo por Ciutat Vella y el frente marítimo. El objetivo es poner orden y restablece­r la convivenci­a. Porque la industria del ocio siempre va a toda velocidad, siempre coge a contrapié a las institucio­nes. Además, instancias de ámbito superior, como la DGT, no están ofreciendo referencia­s normativas. La semana pasada la Síndica pidió al Consistori­o que cumpla con sus competenci­as y tipifique las infraccion­es de los usuarios de estos aparatos. En su resolución, la Síndica dice que “la

PATINETES SIN FRENO Para desconecta­r muchos limitadore­s de velocidad basta con desenchufa­rlos UN NEGOCIO ACELERADO El último boom comercial es el alquiler de artilugios con ruedas

seguridad y la tranquilid­ad de los peatones ha de considerar­se un valor prioritari­o ante el incivismo de algunos usuarios de estos vehículos”.

Desde hace aproximada­mente un lustro uno sólo puede circular en segway por Barcelona si forma parte de una excursión de hasta seis personas organizada por una empresa autorizada. Los permisos se renuevan cada seis meses. Las rutas también están claras: parque de la Ciutadella y alrededore­s, algunos tramos de la Diagonal y la Meridiana, parte del frente marítimo... Y siempre por calles de más de cinco metros de anchura y a un metro de las fachadas. La velocidad no puede exceder de los 10 km/h. Las quejas de las madres del Gòtic ilustran que la realidad es diferente. En el 2013 abrió una empresa de segways, nueve en el 2014 y cuatro este año. La regulación de los diversos patinetes eléctricos también se antoja insuficien­te. Estos aparatos pueden circular como si fueran bicicletas si pesan menos de 25 kilos, miden menos de 80 centímetro­s de ancho y van a menos de 25 km/h. La Guardia Urbana impuso el año pasado 110 multas de entre 30 y 90 euros a usuarios de estos vehículos, y este año, hasta septiembre, lleva 106. Además, la administra­ción ni siquiera establece una categoría propia para los comercios de alquiler de patinetes, scooters y demás artilugios eléctricos. Están englobados en la categoría de alquiler de bicicletas. Y para abrir uno de estos negocios es suficiente tener un local en condicione­s y notificarl­o al Ayuntamien­to. En 2013 abrieron 41 negocios de esta categoría, en el 2014, 44, y este año, 36. La mayoría, enfocados al turista.

“Este negocio está saturado, descontrol­ado –asegura Svetlana Molokhova, de Wanted, una empresa que en dos años abrió en el centro de Barcelona hasta cinco tiendas de alquiler de todo tipo de artilugios eléctricos–. Porque todo esto es muy rentable y no hay control. Un montón de empresas ofrecen productos no homologado­s. El Ayuntamien­to tendría que

estar más atento a los vehículos que deja que circulen por la ciudad, y poner más multas a los incívicos, a la gente que los conduce de cualquier manera, y preocupars­e tanto por eso como por si yo pongo o no los patinetes en la puerta de la tienda. Yo lo único que puedo hacer es explicar a mis clientes cómo han de circular”.

Uno se planta en la plaza del mercado de la Barcelonet­a y menta los patinetes eléctricos y las señoras de edad provecta también comienzan a decir exabruptos. Que si el otro día uno pasó a mi lado a toda velocidad y casi me tira al suelo, que si te tienes que pasar el día esquivando trastos, que antes eran cuatro en verano pero ahora están por todas partes todo el año... “Hace un año había tres o cuatro tiendas de alquiler de estos trastos, y ahora tendremos alrededor de una docena –explica Luis Armengol, portavoz de la plataforma vecinal la Barcelonet­a Diu Prou–. Ponen los patinetes en mitad de la acera, ocupan la calle, alquilan a cualquiera... La gente está muy quemada. Yo he visto patinetes eléctricos adelantand­o a un autobús en el paseo Joan de Borbó. Hace muchos años que el barrio tiene que convivir con coches eléctricos, rickshaw, trixis..., pero la explosión de los patinetes eléctricos está rompiendo todos los equilibrio­s”.

Edgar Torras saltó a los titulares de la prensa en el 2005. Su empresa, Barcelona Segway Glides, fue la primera en comerciali­zar tours urbanos en segways de toda España. “Ahora parece que soy un delincuent­e –lamenta–... El éxito turístico de Barcelona está provocando un efecto llamada en el sector del alquiler de artilugios eléctricos. La falta de una regulación adecuada propicia que las calles se estén llenado de todo tipo de aparatos. La gota que colma el vaso es el boom de los patinetes eléctricos. Y encima mucha gente no usa los limitadore­s de velocidad. Los peatones se ven agobiados, ven sus espacios invadidos, se les agota la paciencia...”. Ahora las empresas más veteranas de este gremio tratan de organizars­e para ofrecer una voz única ante la administra­ción y las asociacion­es de vecinos. Muchos temen pagar los plastos rotos. Las burbujas siempre terminan estallando.

UNA COHABITACI­ÓN DIFÍCIL Muchos vecinos del Gòtic y la Barcelonet­a están cansados de todos estos aparatos

DE ENTRE 30 Y 90 EUROS

La Guardia Urbana impuso el año pasado 110 multas, y este, hasta septiembre, lleva 106

 ?? XAVIER GÓMEZ ?? Un usuario de un patinete eléctrico esquiva peatones en el paseo Marítim en un momento de gran concurrenc­ia
XAVIER GÓMEZ Un usuario de un patinete eléctrico esquiva peatones en el paseo Marítim en un momento de gran concurrenc­ia
 ?? LAURA GUERRERO ?? Convivenci­a enrarecida. La presencia habitual de segways en las calles del Gòtic tiene hartos a muchos vecinos
LAURA GUERRERO Convivenci­a enrarecida. La presencia habitual de segways en las calles del Gòtic tiene hartos a muchos vecinos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain