La lengua en el campo
El fútbol no sólo se juega con los pies y con la cabeza. Hay que sumarle los pulmones, el corazón... y la lengua. Es moneda común en casi todos los partidos que cuando se produce una decisión controvertida el colegiado se vea rodeado por una maraña de jugadores levantando los brazos y diciéndole que se ha equivocado. Se suele argumentar que los futbolistas viven el juego con las revoluciones al máximo y que eso les hace saltar como un resorte, de la misma manera que el aficionado se remueve en su butaca y hasta algunos periodistas en la tribuna de prensa. Pero no sólo lo hacen como un acto reflejo, sino también para intentar conseguir que en la jugada siguiente el colegiado juzgue a favor de sus intereses.
Todo seguidor que aplaude la sanción a un jugador rival por insultar o protestar defiende que su equipo también ha de contar con futbolistas capaces de intimidar dialécticamente al encargado de impartir la ley. Los hay en el Madrid, con capítulo aparte para Sergio Ramos. Existen en el Atlético, donde Godín es un claro ejemplo. Y el Barça no se escapa de este capítulo ni mucho menos, con Alves, Busquets, Alba o Mascherano en constante conversación con los árbitros. Al argentino se le fue la mano, es decir la boca el pasado domingo. No siempre se juzga con el mismo rasero ni los colegiados se toman con la misma flema los comentarios que se les realizan, pero lo cierto es que al Jefecito el juez de línea lo cazó. Ya se verá si la sanción es mayor o menor, si se considera justa o injusta o si llega al clásico o no. Pero un jugador con la experiencia de Mascherano, en un partido en el Camp Nou en el que el Barça iba ganando
El Barça está bajo la lupa por el contexto y sus jugadores deben ser inteligentes
y con la precariedad de efectivos que padece su equipo, debía de haber mantenido la calma. No se trataba de un penalti señalado en contra. No era un gol mal anulado. El impagable gladiador argentino discutía una acción sin mayor trascendencia en la línea medular. Es hasta comprensible que el arbitraje de Del Cerro Grande, repleto de errores, pueda fastidiar a los futbolistas pero que te expulsen por algo así le tendría que pasar a Munir o a Sandro, no a un veterano. Y ya llueve sobre mojado porque una cuestión parecida le ocurrió a Piqué en la Supercopa. Es posible que los jugadores pensaran que no les expulsarían por sus galones, pero ocurrió lo contrario.
El Barça sabe que está bajo la lupa por el contexto que le toca vivir. Por lo tanto, ha de extremar las precauciones y ser más inteligente que los demás, ir con pies de plomo y no dar ni un solo motivo para que te hagan daño. Y eso ya no depende de ningún árbitro ni de ningún comité. Depende de los futbolistas.