La Vanguardia

Un Barça de circunstan­cias empata a cero en Extremadur­a

Un Barça de circunstan­cias, funcionari­al y monótono no puede con un Villanoven­se repleto de ilusión

- CARLES RUIPÉREZ

El Camp Nou decidirá. Sí, han leído bien. La eliminator­ia entre el Barcelona y el Villanoven­se regresó de Extremadur­a sin goles, con un resultado abierto, que permite al equipo pequeño soñar y que obliga al grande a rematar la faena por la vía rápida en diciembre si no quiere caer con estrépito como en Figueres, Novelda y Santa Coloma de Gramenet, pecados que ya parecían olvidados. Sin embargo, la Copa del Rey con el formato a doble partido se ha convertido en una competició­n que no penaliza a un equipo que juega sin esconderse a que corran los minutos. Un día después de que, por ejemplo, el Chelsea y el Arsenal cayeran en la Copa de la Liga inglesa, el Barça vivía sin correr ningún peligro por su integridad. Había un partido de vuelta.

Todo lo trabajado defensivam­ente que estaba el Villanoven­se para este partido, lo tuvo de experiment­al el Barcelona a la hora de atacar. Por motivos distintos, no estaban Rakitic, Iniesta, Rafinha y Pedro, los goleadores del curso pasado en Huesca, y los blaugrana perdieron en gol, entregados como están a Suárez y Neymar. Nada como la actuación de Douglas, insulsa y sosa, para poner la nota al partido del Barcelona, que compitió pero no arriesgó lo más mínimo para ir a por el partido. El lateral brasileño volvía a ser titular por tercera vez en los catorce meses que lleva en el Barcelona, todas lejos del Camp Nou, y se encargó de botar y templar todas las jugadas a balón parado. No llegó ninguna a su destinació­n.

El Romero Cuerda ya se puso en pie para despedir a los jugadores del Villanoven­se. “Sí se puede”, “sí se puede”, gritaba la grada, esperanzad­a para animar. La ovación que se llevaron fue el homenaje que les podía brindar la afición a sus futbolista­s, que habían aguantado y tratado de tú a tú al campeón de Europa durante 90 minutos. Si el pueblo se volcó con el partido, el no quiso ser menos y devolvió con esfuerzo todo el cariño que desde el sorteo les han dado sus vecinos. Faltaba una hora y veinte minutos para el pitido inicial y el estadio estaba ya a rebosar. Lo que menos se podían esperar los espectador­es es que la fiesta local continuarí­a con el balón en marcha. Los pupilos de Julio Cobos salieron a por todas, sabedores de que todos les miraban mientras que el once de Luis Enrique jugaba con un estilo funcionari­al. Y con esos dos planteamie­ntos, pasó lo que tenía que pasar. Que el dominio del balón fue del Barcelona gracias a un centro del campo formado íntegra-

UNA PAREJA SIN PÓLVORA Sandro y Munir hace más de un año que no marcan con el primer equipo y anoche estuvieron espesos

mente por jugadores del filial pero las mejores ocasiones cayeron del lado del Villanoven­se.

A diferencia de lo que ocurrió el año pasado en Huesca, Luis Enrique situó a Samper como interior y no como mediocentr­o, posición que ocupó Gumbau. El debutante Kaptoum completaba esa medular de La Masia. El camerunés fue el más atrevido en el bando barcelonis­ta. Su facilidad para regatear contrastab­a con la espesor que no se quitan de encima Sandro y Munir esta temporada. Ellos, acompañado­s de Adriano, capitán y extremo, debían ejercer de referencia ofensiva pero ambos siguen negados de cara a puerta. Hace más de un año que los dos delanteros de la cantera no celebran un gol con el primer equipo.

Todo lo que fue tibieza y timidez en el tricampeón, se transforma­ba en decisión e intención cuando le tocaba al conjunto de Segunda División B. Lo demostró Moraga. El medio, que limpia las calles cuando no entrena, encaró la portería de Masip aunque cruzó demasiado. El portero, que fue titular en detrimento de Ter Stegen, sí que tuvo que estirarse para atrapar una media vuelta de Casi. Estaba jugando el Barcelona con fuego y el aviso definitivo fue un remate de Javi Sánchez a la salida de un córner que rozó el larguero.

El Villanoven­se se subió las barbas del Barça. Tampoco la entrada de Aitor, un extremo puro, dio más mordiente al defensor del título. Y Luis Enrique ya no movió más el banquillo en busca de algún revulsivo, señal de que le interesaba que el partido acabase lo antes posible para pensar en la Liga. Ya llegará la vuelta.

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Los barcelonis­tas Munir y Bartra pugnan en un córner con los jugadores del Villanoven­se
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MARCELO DEL POZO / REUTERS

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