El debate sobre el asilo en Holanda degenera en ataques y amenazas
Los partidos y el rey Guillermo piden calma ante la fuerte agresividad social
El debate público sobre la crisis de asilo se libra con algo más que palabras en Holanda: ataques a centros de refugiados, coches de sus defensores destrozados por las llamas, insultos en las manifestaciones, intimidaciones anónimas por internet... La última amenaza a un político tenía forma de bala. Llegó en un sobre al Parlamento, a nombre de Halbe Zijlstra, jefe del grupo liberal, después de varios días defendiendo que se recorten las prestaciones a los refugiados.
La fuerte animosidad social que vive el país en las últimas semanas llevó ayer a los partidos políticos a hacer un declaración conjunta pidiendo acabar con la intimidación y las amenazas. “Las últimas semanas hemos asistido a un incidente detrás de otro. Encuentros cancelados por el ambiente intimidante. Reuniones de información pública entorpecidas por los gritos de personas con las que no es posible tener una conversación normal. Ciudadanos preocupados a los que se tacha de racistas. La gente jura, despotrica y se desea cosas horribles en las manifestaciones...”, conductas que “reducen la libertad de todos nosotros”, afirma la carta, firmada por los líderes de casi todos los partidos políticos, incluido el islamófobo Geert Wilders, quien desde hace años vive bajo protección policial.
La declaración pide a los ciudadanos que no renuncien a debatir sus diferencias, que son grandes, sobre cómo responder al aumento de las solicitudes de asilo en el país, pero sin agresiones. “En Holanda debatimos con argumentos, no con amenazas, intimidación o violencia”. A pesar de firmar la carta y de su penosa situación personal, que sus colegas lamentan, Wilders ha dejado claro que no va a moderar su discurso. Ayer pidió una vez más la dimisión del primer ministro, el liberal Mark Rutte, y anunció que participará en una manifestación en Rotterdam contra la creación de un centro de acogida de refugiados en la ciudad.
El rey Guillermo, de visita oficial en China, confesó ayer estar preocupado por la manera en que su país afronta el reto del asilo. “En Holanda hablamos las cosas, no luchamos entre nosotros. Entiendo los miedos que hay, yo mismo albergo grandes preocupaciones sobre cosas que están ocurriendo en Holanda, lo sigo de cerca. Pero en este país hablamos las cosas. Si caes en la intimidación y las amenazas, estás dañando los valores que Holanda defiende”, reivindicó el rey, que tuvo palabras de reconocimiento para las personas que cada día trabajan con refugiados.
El Gobierno holandés calcula que este año se gastará mil millones de euros en atender a refugiados. La previsión es que lleguen unos 60.000 este año. “No se puede dejar a la gente durmiendo en la calle. Es lo último que me gustaría hacer, aunque yo preferiría utilizar el dinero en otras cosas”, ha declarado el ministro de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem. Al igual que Dinamarca, Holanda se ha dirigido a través de la prensa y las redes sociales a los potenciales demandantes de asilo para advertirles que les espera “una acogida austera”.