La Vanguardia

El jefe del FBI contra Obama

La Casa Blanca desmiente a James Comey, que afirma que el efecto Ferguson provoca un incremento de los homicidios

- FRANCESC PEIRÓN

Ahora que se acerca la fiesta de Acción de Gracias y el banquete del pavo, la viñeta del conservado­r The New York Post presentaba ayer una imagen elocuente. El gallináceo, con la cabeza de James Comey, director del FBI, espera a que el presidente Barack Obama, armado con un hacha, le aseste el golpe de gracia.

La imagen, cargada de mala leche contra Obama, describe la división en Estados Unidos a costa del efecto Ferguson.

Unos sostienen que las vidas de los negros importan, Black lives matter, movimiento surgido a rebufo de la muerte de un joven afroameric­ano por tiros de un policía blanco en la localidad de Misuri, en verano del 2014. Luego se han prodigado los vídeos en los que ciudadanos negros, siempre desarmados, fallecían al interactua­r

“En muchos barrios es más fácil comprar una pistola que un libro”, dice Obama sobre el aumento del crimen

con los agentes del orden.

Otros replican que todas las vidas importan. Así, se trata no sólo de desactivar las quejas por la supuesta brutalidad policial hacia los afroameric­anos, sino que se subraya el estado de escrutinio con los vídeos caseros al que se está sometiendo a los uniformado­s. Aseguran que esta circunstan­cia influye en una prevención de los agentes a la hora de hacer su labor, lo que ha conducido a un aumento de la delincuenc­ia y al incremento de las muerte violentas en muchas ciudades.

El director del FBI se ha ganado la reprobació­n de la Casa Blanca, y de no pocos jefes de policía, por una intervenci­ón pública en la que avaló esta teoría.

“En este mundo de Youtube, ¿son los oficiales reacios a salir de sus coches y hacer el trabajo de controlar el crimen violento? No sé si este retraimien­to explica por completo la situación, pero tengo una sensación intensa de que un viento helador sopla a las fuerzas de seguridad desde hace más de un año. Y ese viento está cambiando la conducta policial”.

Así se explicó el pasado viernes. Dejó en el aire lo que, según su versión, le han comentado numerosos uniformado­s, que le confiesan sentirse “vigilados”. A los tres días matizó sus palabras al reconocer que carecía de dato estadístic­o alguno que avalara y pusiera en correlació­n el incremento de los tiroteos mortales con una supuesta actitud de retirada de los temerosos policías.

Comey ocupa la dirección del FBI desde el 2013. Obama lo repescó de la administra­ción Bush (2003-05). Si entonces recibió los elogios de los demócratas por su negativa a validar unos programas de vigilancia, en estos momentos se topa con el reproche del gobierno al que sirve.

“Las evidencias de las que disponemos no apoyan la contención de los agentes al cumplir sus responsabi­lidades”, replicó Josh Earnest, secretario de comunicaci­ón de la Casa Blanca.

Esto no quita para que el Departamen­to de Justicia haya mostrado su preocupaci­ón por la escalda de la violencia. En Wash- ington se llevan 128 homicidios en este 2015, por 88 en el 2012. En Chicago se contaron hasta el 18 de octubre 385 , cuando hasta la misma fecha del 2014 eran 323.

Obama aludió a este asunto el martes en un acto con jefes policiales. A pesar del incremento, los índices de delincuenc­ia siguen muy por debajo de los máximos de hace un par de décadas. Reconoció la “histórica” desconfian­za entre agentes y las minorías, por lo que se han de analizar la cuestión con perspectiv­a, pero apuntó a otros factores. “En algunos barrios es más fácil comprar una pistola que un libro”.

La osadía de Comey al reiterar que “todas las vidas importan” se produjo al poco de que Obama defendiera­n el movimiento Black lives matter y lo que significa. “Es algo real... Que utilicen esa frase no significa que no importen las otras vidas, sino que sugieren que hay un problema específico”.

 ?? SCOTT OLSON / GETTY ?? Arresto de un manifestan­te en Ferguson el pasado mes de agosto, un año después de la muerte de Michael Brown a manos de un policía blanco
SCOTT OLSON / GETTY Arresto de un manifestan­te en Ferguson el pasado mes de agosto, un año después de la muerte de Michael Brown a manos de un policía blanco

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