El PSOE sella su oferta de reforma federal para la próxima legislatura
Sánchez calma el debate: “Ni Catalunya ni España están en un callejón sin salida”
Pedro Sánchez se reunió ayer con todos los presidentes autonómicos y líderes territoriales del PSOE para “bendecir” –en expresión de uno de ellos–, su propuesta de reforma de la Constitución. Y después, todos juntos, posaron en las escalinatas del Congreso, sede de la soberanía nacional, como gesto inequívoco ante las “circunstancias especialmente graves para España”, según admitió Sánchez, tras la puesta en marcha de “un proceso unilateral de secesión” en Catalunya. “Un hecho gravísimo, irresponsable y antidemocrático”, aseveró.
Tan grave para los socialistas que algunos de los convocados dudaron de la oportunidad de la cita, ante la amenaza para la propia Constitución del desafío independentista. Sánchez, no obstante, defendió que la convocatoria era más oportuna que nunca, porque su propuesta es, a su juicio, la única alternativa. “Hay una solución a la confrontación y a la división que hoy se vive en Catalunya, y pasa por una renovación del pacto constitucional como la que proponemos los socialistas –aseguró el líder del PSOE en una intervención solemne, flanqueado por las banderas española y europea–. La única solución política que en este momento está encima de la mesa, la única. No vamos a renunciar a mejorar la Constitución por la amenaza secesionista, ¡que les quede claro a los secesionistas!”.
No obstante, y para calmar algunas inquietudes internas, junto a la propuesta de reforma constitucional con que se presentarán a las elecciones, el consejo político federal del PSOE aprobó al mismo tiempo una resolución contra el “proceso secesionista unilateral”. Un texto que reafirma el compromiso del PSOE con la defensa de la integridad y unidad de España y su respaldo a “cuantas medidas persigan respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes”, y que sitúa a Junts pel Sí y la CUP “fuera del sistema democrático y merecedores de la respuesta política y jurídica más severa”. Para que quede claro y que nadie pueda acusar a los socialistas de ambigüedad o equidistancia.
El PSOE selló así su oferta de reforma constitucional federal para la próxima legislatura. Y Sánchez confió en que se acabará abriendo paso: “Ha llegado el momento de recuperar el pulso reformista en España”, no sólo en lo territorial, también en lo político, institucional, social y económico.
Ante la legislatura que se abrirá tras el 20-D, “tenemos la enorme responsabilidad –dijo– de rehacer los consensos rotos o debilitados entre las fuerzas políticas y ofrecer respuestas viables”. Sánchez mostró su “voluntad de acuerdo”. E instó al PP a abrir esta puerta: “En las circunstancias actuales, no entenderíamos una negativa de principio a abordarla”. Y aseguró: “Ni Catalunya ni el conjunto de España están en un callejón sin salida, y tienen razones para la esperanza”. Aunque ya auguró que lograr esa reforma de la Constitución no será fácil: “Es un camino difícil, largo y seguramente duro, pero merecerá la pena recorrerlo siendo, todos, protagonistas de nuestro destino”.
La propuesta del PSOE fue no obstante enmendada en algunos aspectos antes de su aprobación. Así ocurrió con la apuesta por poner límites a la solidaridad en la financiación, que no obstante se mantiene. En el documento inicial se recogía “la atención a la precisión del TC de que la contribución interterritorial no coloque en peor condición relativa a quien contribuye respecto de quien se beneficia”. La inquietud de los dirigentes andaluces ante lo que entienden como una “merma” a la solidaridad, obligó a matizarlo y el texto final quedó así: “La atención a la precisión del TC de que la contribución interterritorial no coloque en peor condición relativa a quien contribuye, impulsando asimismo la convergencia de renta y riqueza entre las comunidades que permita garantizar el principio de igualdad”. Matices aparte, el problema será el día en que haya que ponerlo de verdad en práctica. Y para eso, como ironizó un líder territorial, “me temo que falta mucho”.
La inquietud de los dirigentes andaluces obliga a “matizar” la apuesta por poner límites a la solidaridad