Barcelona-Japón
BARCELONA acoge, desde hoy y hasta el domingo, una nueva edición del Saló del Manga, la vigésima primera. Como viene ocurriendo en los últimos años, la de este ampliará su espacio, pasando de 50.000 a 60.000 metros cuadrados, repartidos por varios palacios del recinto ferial de Montjuïc. Asimismo, amplía su programación, y espera atraer a más de cien mil visitantes. Buen indicio de que, probablemente, logrará cumplir esta expectativa, es que ayer se habían agotado ya las entradas para este salón del sábado y del domingo.
Desde su fundación, e independientemente de sus distintos emplazamientos, el Saló del Manga ha ido escribiendo año a año una historia de éxito. Nacido al amparo del Saló del Còmic, no tardó en rebasarle en número de visitantes, y se ha consolidado ya como uno de los certámenes clásicos en la ciudad.
Aunque los profanos quizás se sorprendan de que esta expresión plástica, procedente del Extremo Oriente, tenga tan buena recepción entre nosotros, lo cierto es que la tiene. Y que esta no se ciñe a lo relativo al manga, sino que ha suscitado un amplio interés por la cultura japonesa en general, sin restricciones genéricas.
Esta edición del Saló del Manga dedica, lógicamente, atención prioritaria al cómic. Por ello, además de la exposición de las novedades, se contará con la presencia de algunos de los autores más celebrados, como son Io Sakisaka, Inio Asano, Tetsuya Tashiro, o Florent Maudoux y Sourya. Y también se potenciará en gran medida la presencia de practicantes de cosplay –aficionados que gustan de vestirse como sus héroes de papel–, para los que se habilita un gran escenario en la plaza Univers.
Pero además de estas actividades directamente relacionadas con el manga, el salón de este año dedica también exposiciones y talleres a ámbitos como la cocina, la arquitectura o las tradiciones japonesas. Lo cual no es sino un reflejo de lo que decíamos más arriba: la afición a los cómics, iniciada entre las jóvenes generaciones hace varios lustros, ha suscitado en ellos, en muchísimos casos, un interés por la lengua y la cultura japonesas. Así es como el manga, que inicialmente se veía con cierta reserva entre los amantes locales del cómic, toda vez que sigue un esquema narrativo distinto al del relato gráfico europeo o norteamericano, ha acabado siendo un factor de relación y vínculo interculturales. No en balde el cónsul japonés en Barcelona, Hiroyuki Makiuchi, definió el Saló del Manga, en su presentación, como “un símbolo de la amistad entre Barcelona, Catalunya, España y Japón”.