La Vanguardia

No te quedes en casa: ¡vota!

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Como se demostró en las elecciones de hace un mes, en Catalunya hay últimament­e una pasión por votar pocas veces vista. Hiperventi­lados tanto los de un bando como los del otro, basta enseñar las urnas para que la gente empiece ya a hacer cola en los colegios electorale­s. (Las ganas que tenía, por cierto, de utilizar hiperventi­lado, una de las palabras de moda junto con tóxico y empatía).

En otros países la situación es diferente y las pocas ilusiones que despiertan las jornadas electorale­s hacen que a menudo la gente prefiera quedarse en casa rascándose la barriga. En Colombia, el domingo pasado hubo elecciones para escoger a los nuevos gobernador­es, alcaldes y concejales. De los 48 millones de habitantes del país fueron a votar unos 20 (millones, se entiende). Parece poco, pero aún habría sido peor si no hubiesen ofrecido una serie de incentivos a los que fuesen. En total son seis. Uno: media jornada de descanso remunerada un día del mes siguiente al de la votación. Dos: si el votante estudia en una universida­d pública, un descuento del 10% al pagar la matrícula.

A veces, cuando hay elecciones, la gente prefiere quedarse en casa rascándose la barriga

Tres: si el votante tiene que hacerse el pasaporte, el carnet de identidad o la libreta militar, también un 10% de descuento. Cuatro: si el votante desea viajar fuera del país, descuento del 30% en el impuesto que se paga religiosam­ente en el aeropuerto. Cinco: si entra a la universida­d, gana una beca o accede a un cargo público o un subsidio y queda empatado a puntos con otra persona, el hecho de haber votado decanta el empate a favor de quien lo ha hecho. (No queda claro qué pasa si ambas personas han votado.) El sexto incentivo tiene que ver con el servicio militar: te rebajan un mes de mili y, si eres campesino, dos.

Cada país con poco porcentaje de votantes incentiva como puede. En Canadá, en las elecciones federales que la semana pasada dieron la victoria a Justin Trudeau, una tienda de marihuana de Vancouver ofreció a los que votasen entradas para la Copa Cannabis, un festival que incluye degustacio­nes de diversos tipos de maría. (Finalmente la tienda tuvo que echarse atrás porque las autoridade­s le dieron el alto.) En Filadelfia el incentivo tiene connotacio­nes ludópatas. La próxima semana, el martes 3 de noviembre los ciudadanos escogerán al nuevo alcalde de la ciudad. Hace cuatro años, la participac­ión fue sólo del 20%, la más baja desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Para combatir ese desinterés, la Fundación Pamela + Ajay Raju ha organizado, en colaboraci­ón con el digital The Philadelph­ia Citizen, una lotería. Una mano inocente escogerá al azar el nombre de uno de los que hayan ido a las urnas. El afortunado se llevará 10.000 dólares. No es mucho, pero seguro que esa lotería despierta más fervor que el que suscita la Grossa de Cap d’Any este año en Catalunya, después de que el año pasado se diese un morrazo antológico cuando nadie se llevó el primer premio. Así se escribe la historia.

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