La Vanguardia

Por un mundo sostenible

ROBERT M. WHITE (1923-2015) Meteorólog­o

- GUILLE ÁLVAREZ

El clima es el único factor medioambie­ntal que puede cambiar completame­nte nuestra sociedad y nuestra civilizaci­ón”, decía en 1977 el meteorólog­o Robert M. White. “Tenemos problemas ambientale­s y son muy serios, incluida la preservaci­ón de las especies, pero el clima es el que más puede penetrar en la sociedad”. Bob, como le conocían sus amigos, falleció el pasado 14 de octubre a los 92 años en Chevy Chase, Maryland, y dejó un legado fascinante como el hombre del tiempo de referencia para cinco presidente­s de Estados Unidos.

Hermano pequeño del escritor y periodista político Theodore White, ganador de un premio Pulitzer, Robert dedicó toda su vida adulta al estudio de la atmósfera y la naturaleza. Meses antes de su asesinato, John F. Kennedy le situó al mando del servicio climático estadounid­ense. Hasta los años ochenta, con la presidenci­a de Jimmy Carter, mantuvo altos cargos gubernamen­tales. Primero dirigió el Servicio Meteorológ­ico Nacional, luego construyó la primera agencia estatal con la palabra medioambie­ntal de por medio y finalizó su trayectori­a pública en la Administra­ción Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA, en su acrónimo inglés).

“Cuando la gente mira el tiempo y decide coger el paraguas no piensan de dónde salen esas previsione­s”, explicó James Baker, meteorólog­o y director del NOAA entre 1993 y 2001 a The New York Times. “Todo viene de esos satélites y superorden­adores multimillo­narios, y eso es parte de la NOAA que fundó Bob White”.

Nacido en Boston, Massachuse­tts, en 1923, White perdió a su padre con ocho años y tuvo a su hermano como referente paterno. Para ayudar a sacar adelante a su familia, trabajó como vendedor callejero de periódicos antes de ir a la escuela. En su etapa universita­ria estudió Geología en la Universida­d de Harvard. Se alistó en la Armada durante la Segunda Guerra Mundial y allí comprobó que el Gobierno necesitaba expertos meteorológ­icos. Acabado el conflicto, en 1950 se doctoró en Meteorolog­ía por el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT).

Entre sus logros, además de los avances en la tecnología de las prediccion­es, está la colaboraci­ón que él mismo forjó entre los Estados Unidos y la Unión Soviética a pesar de la guerra fría. Fue una de las pocas personas con conexión directa con el otro bloque durante la época, aunque sus motivos eran simplement­e científico­s. En una sociedad como la estadounid­ense, poco proclive a la conciencia medioambie­ntal, White destacó por sus esfuerzos para conservar la riqueza marina del país y por ser una de las primeras voces que habló abierta y claramente sobre el cambio climático.

En 1979 fue el encargado de moderar la primera Conferenci­a Mundial sobre el Clima en Ginebra, donde por primera vez se redactaron documentos a favor de la reducción y el estudio de los efectos adversos del impacto humano sobre la tierra. “Tener un estado medioambie­ntalmente sostenible, ese es el principal reto del siglo XXI”, mantenía Robert White en una entrevista del 2006 para la Asociación Meteorológ­ica Americana.

Ha llovido mucho desde entonces y no se han adoptado posiciones de gran compromiso sobre un problema que, en un mundo cortoplaci­sta, sigue siendo una cuestión a medio o largo plazo que despierta más bien apatía.

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