El mago de la liga imposible
Para casi todos los que estábamos allí, aquella explanada era sólo un descampado árido y lleno de hierbas muertas. Para Tokyo Sexwale no. Como si los recuerdos quemaran, se desanudó la corbata azul, se la enrolló en una mano y atravesó el campo pisoteando las piedras blancas y las zarzas de Robben Island. “Jugábamos aquí”, dijo. A pocos meses del inicio del Mundial de Sudáfrica, algunos periodistas habíamos acudido a la visita a la isla de ex reclusos que en los años duros de la lucha contra el régimen racista blanco, entre las décadas de los 60 y 80, habían participado en una liga de fútbol entre prisioneros. Durante esa visita ya no quedaba ni rastro de las líneas de cal que delimitaban el campo de fútbol décadas atrás ni tampoco de las porterías hechas con redes de pesca rotas que traía el oleaje pero, en un lateral, seguía en pie una de las torretas de vigilancia. Sexwale, activista de la lucha antiapartheid y exministro de Vivienda, pasó 13 años encerrado en la cárcel más famosa de África, donde coincidió con su ídolo y amigo: Nelson Mandela. Hizo bastante más. Entre esas alambradas y concertinas, el hoy candidato sudafricano a sustituir a Sepp Blatter y presidir la FIFA fue una figura clave de una de las historias más fascinantes del deporte del balón sudafricano: la liga de fútbol imposible. Sexwale fue uno los principales artífices de la Makana Football Association, una organización que desafió las restricciones del centro penitenciario y reguló una liga de prisioneros políticos en Robben Island. “Nos metieron allí por combatir al gobierno racista —dijo Sexwale— y dentro de prisión continuamos desafiando las reglas del apartheid. El fútbol era una forma de luchar por la libertad”. Cada sábado, los reclusos jugaban partidos que seguían reglas estrictas. “Conseguimos entrar de contrabando unos reglamentos de la FIFA y los seguíamos a rajatabla”, recordó Sexwale. Los partidos, de 90 minutos, se jugaban en un terreno de juego de dimensiones oficiales y se construyeron porterías de madera de la altura reglamentaria. También crearon un comité disciplinario y escogieron árbitros entre los presos menos hábiles con los pies: el actual presidente Jacob Zuma fue uno de los trencillas de la isla. Sexwale, que también jugaba (y bien según sus colegas), fue nombrado secretario general de la asociación y se aplicó: administraba los equipos, los jugadores y el calendario, y llevaba la cuenta de los goles y los resultados. También de los fichajes: un equipo llegó a pagar tres paquetes de cigarrillos por la estrella del rival. “Aquellos
TIEMPOS DIFÍCILES Uno de los equipos llegó a pagar tres paquetes de cigarrillos por la estrella del rival El candidato sudafricano a la FIFA, Tokyo Sexwale, fue compañero de cárcel de Mandela y organizó la liga de fútbol de reclusos de Robben Island MANSIONES, YATES Y JET PRIVADO Tras salir de prisión, se convirtió en un magnate de la minería y amasó una de las mayores fortunas del país
partidos nos daban la vida”, explicó Sexwale. Los guardias lo sabían: los prisioneros más importantes, con Nelson Mandela a la cabeza, tenían prohibido participar en los partidos y se construyó un muro para que no vieran los campeonatos desde sus celdas.
Al principio, los partidos se jugaban con pelotas de trapo y las botas de tacos eran zapatos de mujer reciclados con piedras incrustadas en el tacón plano. Hasta que Sexwale sacó a relucir sus dotes de negociador incansable. Tras años de protestas y conversaciones con las autoridades penitenciarias, Sexwale consiguió que su abogada, quien después se convertiría en su mujer, les hiciera llegar equipaciones, botas y balones reglamentarios.
Tras salir de Robben Island en 1990, cuando el gobierno del apartheid se derrumbaba, Sexwale liberó de su interior al animal político, al diplomático y al hombre de negocios. Se convirtió en un magnate de la minería y amasó una de las mayores fortunas del país, con varias mansiones, jet privado y yates en la lista de la compra. Filántropo y habitual de las revistas del corazón, su nombre sonó con fuerza para convertirse en presidente de Sudáfrica tras la retirada de Mandela.
Tras convertirse en un hombre indispensable en la organización del primer Mundial en territorio africano, Sexwale se implicó con el balón: además de consejero de la FIFA en la lucha contra el racismo, medió en la disputa de las federaciones israelí y palestina.
“Si eres un luchador; si crees que el cambio llegará un día, te conviertes en un optimista eterno”, dijo una vez.
Sexwale afronta su carrera a presidir la FIFA con la misma actitud que cuando lideró la liga de reclusos de Robben Island: sin imposibles.