La Vanguardia

Un Modigliani de 170 millones de dólares

Un nuevo rico chino paga 170,4 millones de dólares por ‘Desnudo recostado’

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La mujer reclinada en su desnudez, fruto del pincel de Amedeo Modigliani entre 1917 y 1918, puso a hervir el mercado del arte en Nueva York. Es lo que tiene la sensualida­d bien entendida, que es de ayer, de hoy y de siempre.

La gota fría que parecía acechar este mundo del lujo, tras el arranque de la temporada de otoño en las grandes casas de subastas de la Gran Manzana, se ha desvanecid­o por la fiebre amarilla. Quedan interrogan­tes –hubo un 29% de lotes que no salieron–, pero los mismos que atisbaban una borrasca de aire polar esta noche del lunes acabaron hablando de un negocio recalentad­o en el que todo es posible. Todo.

Cómo no pensar de esta manera. Liu Yiqian, nacido en una familia obrera en 1963, abandonó la escuela para vender bolsos por la calle y emplearse de taxista en Shanghai. Así reunió unos aho- que multiplicó por mucho en los años noventa al meterse de inversor bursátil. Yiqian se convirtió en el mejor postor y pagó 170,4 millones de dólares por Desnudo recostado, pieza del maestro italiano, en la subasta de Christie’s.

La admiración que despierta un siglo después contrasta con el escándalo y desprecio que provocó en su época, en el París de las primeras décadas del siglo XX, donde se había establecid­o Amedeo. La visión tan explícita del cuerpo de una mujer –se desconoce el nombre de la modelo, según los expertos– propició que una multitud se congregara ante el escaparate de la galería.

La policía tuvo que actuar para reprimir el fervor y se ordenó que de inmediato se retirara esa pieza de la visión pública. Demasiado atrevida para entonces.

Modigliani, que curiosamen­te murió joven (35 años) y pobre, sin reconocimi­ento por su destreza, hizo temblar este lunes el trono de Pablo Picasso en la cima del arte mundial. Su cuadro logró un precio de escándalo, su mejor marca, pese a que algunos críticos no lo consideran tan excepciona­l. Se ha encaramado al segundo lugar en la lista del precio de venta en una puja.

“Este dibujo se ve bien, se reconoce al instante, tiene poder una vez colgado en la pared, y todo esto es suficiente para que sea un gran trofeo”, sostuvo el crítico William Gompertz. “Es bueno, pero no es Matisse”, subrayó.

Sin embargo, sólo le supera, por ahora, Las mujeres de Argel (versión O), del malagueño. Por esta pieza se abonaron 179,4 millones el pasado mayo, también en una subasta de Christie’s sobre arte moderno y contemporá­neo, verdadero y casi exclusivo filón.

“Se trata de un lienzo que defirros,

La obra del italiano, que amenazó el trono de Picasso, se sitúa como la segunda más cara en una puja El mejor postor, Liu Yiquian, despertó críticas este verano por tomar té en una taza de hace 500 años

ne a Modigliani”, afirmó Mariolina Basseti, responsabl­e de arte internacio­nal en esa sociedad.

Desnudo recostado, que nunca antes había salido a subasta, y su autor entran a formar parte de una lista muy especial. Se encuentran entre los diez trabajos (pintura y escultura) y los seis artistas –además de Picasso y Modigliani, se citan Francis Bacon, Alberto Giacometti, Edvard Munch y Andy Warhol– que configuran un selecto club. Sus obras, entre las que figuran tres de Picasso y otras tantas de Giacometti, se han cerrado al caer el mazazo por más de 100 millones. O nueve cifras que gusta decir a los economista­s.

En este caso, a la propietari­a, Laura Mattioli, hija del coleccioni­sta Gianni Mattioli, la empresa con sede en el área del Rockefelle­r Center le había garantizad­o un mínimo de 100 millones.

Ese fue el precio de salida de la mujer reclinada. La puja llevó nueve minutos y la oferta vencedora, de entre seis implicados, correspond­ió al citado Liu. Intervino vía telefónica, algo habitual pese a que en las salas cuelgan el cartel de “todo vendido” para asistir en directo. Entre los presentes había importante­s coleccioni­stas. Uno de estos era Valentino, el diseñador de moda, quien dijo a The New York Times: “Sólo he venido como espectador”.

El mazazo definitivo lo propinó Jussi Pylkkanen, presidente global de Christie’s y un maestro de la seducción –o del engatusami­ento–, que utiliza el contacto visual directo y movimiento­s de brazos para forjar apuestas de indecisos o fabricar el suspense que se impuso en la atmósfera mientras duraba la puja por el Modigliani. Pylkkanen ya tocó la gloria con el récord de Picasso.

En esta ocasión, la capacidad de resistenci­a a la presión y la mayor disponibil­idad a invertir correspond­ió al multimillo­nario Liu Yiqian. fundador junto a su esposa, Wang Wei, de dos de las más reconocida­s institucio­nes privadas de Shanghai, el Long Museum Pudong y el Long Museum West Bund. Han reunido en dos décadas una extraordin­aria colección, pero este verano él se convirtió en objeto de controvers­ia al beber té

en una taza de cerámica de 500 años de antigüedad que había pertenecid­o al emperador y que adquirió en una subasta por 36 millones de dólares.

Otro de los éxitos de esta pasada noche del lunes en Christie’s –la venta total alcanzó los 491,4 millones, a partir de un mínimo estimado de 440– hace referencia a Desnudo, un trabajo de Roy Lichtenste­in de 1964. El precio de salida era de 80 millones, pero se colocó por 95,3 millones, el más alto logrado por este artista.

Pero era la jornada de Modiglinan­i, que está tocado por la fortuna muy a destiempo. El pasado noviembre, su escultura Tete se salió por 70,7 millones de dólares. No hace ni siete días que su retrato de Paulette Jourdain trepó a los 42’8 millones en la subasta de Sotheby’s, cuando el precio de salida era de 25 millones.

Qué diferencia. Cuenta John Pearson, en su libro sobre los hermanos Sitwell, que Modigliani ofreció vender en el invierno de 1918-1919 el material reunido en su estudio, entre el que se supone estaba Desnudo recostado, a esta familia aristocrát­ica de escritores británicos. Pidió unos 300 dólares de la época (equivalent­e a 4.700 hoy). No lograron reunirlos.

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ANDREW KELLY / REUTERS Una imagen captada durante los nueve minutos que se prolongó la puja por la obra, que salía de entrada por 100 millones y por la que pugnaron seis coleccioni­stas
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