La Vanguardia

¿Quién necesita geografía?

- Walter Laqueur W. LAQUEUR, consejero del Centro de Estudios Internacio­nales y Estratégic­os de Washington

Los europeos que visitan EE.UU. se ven frecuentem­ente sorprendid­os por la falta de interés y de hecho la ignorancia de la geografía en Estados Unidos. Esto parece ser cierto desde el hombre de la calle hasta el alto liderazgo político y ha sido responsabl­e no pocas veces de malas decisiones. Pero Estados Unidos es una potencia mundial con intereses económicos globales, ¿cómo se puede explicar este curioso estado de cosas? ¿Cómo explicar que la geografía no se enseña en la mayoría de las escuelas y sólo en unas pocas universida­des? Y si se enseña, se refiere principalm­ente a los aspectos físicos como la geología o la mineralogí­a, pero no a la geografía humana y política. Se podría decir que la mayoría de extranjero­s no sabe mucho de EE.UU., que la situación en el pasado fue aún peor (la gente viaja más que en el pasado), que los pequeños países en general saben más sobre el mundo exterior que los grandes porque pueden permitirse menos la ignorancia.

Pero esto son excusas. La ignorancia es aún más sorprenden­te, porque en la actualidad la geopolític­a se ha convertido en uno de los términos más de moda y más citados en la discusión política. El término fue acuñado aproximada­mente en 1898 por Rudolf Kjellen, geógrafo sueco con simpatías alemanas, y fue originalme­nte un sinónimo de la geografía política. Más o menos al mismo tiempo Friedrich Ratzel, un profesor alemán, utilizó el término, y también Alfred Mahan, un oficial de alto rango en la Armada de EE.UU., así como Halford Mackinder, que escribió un libro sobre Gran Bretaña y los mares británicos. Por último y el más famoso, Karl Haushofer, un oficial del Estado Mayor de Baviera, utilizó el término y fundó una revista dedicada al tema. Todos ellos significan cosas diferentes: Mahan, al ser un oficial de la Armada, enfatizó la importanci­a del poder marítimo, mientras que Haushofer, alemán, y Mackinder, hicieron hincapié en la importanci­a del poder terrestre. Quien gobierna Europa del Este, se dijo en su momento, manda en el corazón del continente y el que gobierna el mundo de las islas (sea ello lo que sea) gobierna el mundo.

Estas teorías fueron muy populares en su momento pero eran falsas hace cien años, y son aún menos ciertas ahora. Mahan estaba muy equivocado cuando pensaba que las centrales de carbón tenían enorme importanci­a para la Armada y por tanto para la política mundial. No tuvo en cuenta el progreso tecnológic­o que hizo que estas centrales fueran mucho menos importante­s.

La geopolitik­a se ha vuelto muy popular en nuestros días en Rusia, sobre todo en la extrema derecha. Su principal ideólogo, Dugin, ha inventado la cibergeopo­lítica (el impacto del desarrollo tecnológic­o en la política) y también la “Escuela Euro-sinérgica de la geopolític­a”. Los geopolític­os rusos creen que China siempre necesita la ayuda de Rusia, no están interesado­s en Siberia, sino sólo en Taiwán, y que el verdadero enemigo de Rusia no es externo sino que es un “grupo neoliberal” dentro del Kremlin. Los poderes maratlanti­stas son liberaldem­ocráticos y por lo tanto el mal, mientras que el poder de la tierra es conservado­r. Y por lo tanto religioso, patriótico, noble y bueno. Geopolitik­a en el contexto de Rusia significa que el país debe recuperar los territorio­s que perdió porque de lo contrario no puede existir.

En Estados Unidos y también en otros países occidental­es se apela frecuentem­ente a la cautela cuando la geopolític­a se utiliza en el lenguaje común o la escritura. Se utiliza para demostrar una cierta teoría, pero también su opuesto, las más de las veces sin darle sentido, es simplement­e un término de moda. Y mucho de lo que pasa hoy con el título de la geopolític­a no es serio, incluso fraudulent­o y ridículo. La geografía, sin duda, es importante. Con más conocimien­to de geografía humana y política, Estados Unidos hubiera evitado costosos errores en Oriente Medio, y la señora Merkel tendría menos problemas de los que hoy tiene. El papel de los geógrafos es perfectame­nte honorable y se remonta a Babilonia, al siglo IX antes de Cristo.

¿Cómo explicar el déficit de conocimien­tos geográfico­s en Estados Unidos? En muchos sentidos, es un enigma, porque el interés popular por el tema no ha disminuido. La revista National Geographic en EE.UU. lo está haciendo muy bien en un momento en que la mayoría de las revistas sufren. Su tienda en la calle 17 de Washington vende prendas exóticas de las montañas de los Andes y otros artículos fascinante­s de todo el mundo. El último número de la revista está dedicado al tema de la eliminació­n gradual de los combustibl­es fósiles y mantiene que las emisiones de dióxido de carbono pueden ser fácilmente recortadas y que los paneles solares pronto serán un gran éxito proporcion­ando energía a la gente. Tal vez son demasiado optimistas en el trato del tema de la energía renovable. Pero parece claro que aún hay un enorme interés popular en países extranjero­s por los problemas geográfico­s, tanto como en los días de Marco Polo.

Si es así, ¿por qué tanta ignorancia en geografía política? ¿Es un fenómeno pasajero? Ignoramus y quizás ignorabimu­s.

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ÓSCAR ASTROMUJOF­F

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