La Vanguardia

El viejo esplendor portugués

No sólo Lisboa es antigua y señorial; en Portugal y en sus cercanías hay lugares que rezuman historia y pedigrí

- ALBERT MOLINS RENTER Cascais

La costa al norte de Lisboa, de Estoril y Cascais al cabo de Roca y el parque natural de Sintra Cascais, también tiene mucho de ese señorío que el fado le otorga a Lisboa, y sobre todo es una muy buena manera de conocer no sólo parte de la historia del país, sino también de la Europa moderna.

Estoril fue el lugar de veraneo de gran parte de las testas coronadas del viejo continente, atraídas por el mar, el clima suave y segurament­e el casino, e incluso su residencia habitual cuando perdieron la corona y el trono. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los lugares del mundo donde se concentrar­on más espías de uno y otro bando.

Y luego está Sintra, refugio de verano de los monarcas lusos, lo que atrajo a aristócrat­as y burgueses enriquecid­os que construyer­on palacios y quintas, conjunto que la Unesco protegió en 1995.

Por último, tenemos el aliciente gastronómi­co. La región es excelente para conocer la espléndida tradición pastelera portuguesa, de origen conventual, y cuya elaboració­n ha resistido a pesar de que el marqués de Pombal cerró conventos y monasterio­s en 1759.

ESTORIL-CASCAISCAB­O DA ROCA

Una buena opción es establecer, para todo el viaje, el campo base en Cascais. Las distancias nunca son muy largas, pero Cascais y su puerto son un lugar más tranquilo que Estoril y de más fácil acceso que Sintra. En Cascais hay que prestar atención a la peculiar mezcla arquitectó­nica, representa­tiva de las personas de distintas nacionalid­ades que se han instalado aquí a lo largo de su historia. La ciudadela y la vecina marina también merecen una visita. La marina es un buen lugar para ir a cenar. Desde el restaurant­e Hemingway se puede disfrutar de una hermosa vista de la bahía.

En dirección Lisboa encontramo­s Estoril y su famoso casino. En el Palácio Hotel se alojó el espía Popov, personaje real en el que parece que se inspiró Ian Fleming para crear a su personaje de ficción, James Bond. El hotel también tiene una galería de fotos de todos los visitantes ilustres del hotel, la mayoría reyes y nobles. Si el Palácio Hotel era el hotel de los espías aliados, el Atlántico era el de los espías alemanes, pero no lo busquen porque ya no existe como tal y ahora es un hotel lujoso y moderno. En los salones de estos establecim­ientos aún se toma el té con scones. No dejen de visitar la pastelería y casa de té Garrett, y prueben los famosos pastéis de nata oel claudino, el dulce preferido del rey emérito Juan Carlos I mientras vivió en Estoril.

A lo largo de la costa de Cascais hasta el cabo de Roca (un paraje impresiona­nte en el que, además de ser el punto más occidental de Europa, se puede practicar el senderismo) encontramo­s, de un lado, las antiguas villas de estío de los monarcas de medio continente, hoy en muchos casos reconverti­das en hoteles de lujo. Muy cerca de Cascais está la bella casa de Santa María, que hizo construir, en 1902, Jorge O’Neil, descendien­te de la Real Casa Soberana de Irlanda. Del otro, océano, dunas y playas como la de Guincho, una de las mejores para practicar el surf y el kitesurf. Además, hay muchas opciones para comer pescado y marisco frescos en algunos de los restaurant­es que se llenan a rebosar los fines de semana. Si se quiere algo más sofisticad­o, una opción inmejorabl­e es en el restaurant­e del hotel Fortaleza do Guincho, que cuenta con una estrella Michelin y que propone una cocina portuguesa puesta al día.

SINTRA-PALACIO DA PENA

Sintra y su hermosa decadencia son lo que queda de un Portugal que ya no existe: el de la monarquía, su corte y de las fortunas más importante­s del país que seguían al rey en su veraneo en la sierra de Sintra, huyendo del calor, la falta de agua y la insalubrid­ad de Lisboa.

No es fácil visitar Sintra, pero vale la pena. No es que sea difícil llegar, cosa que se puede hacer en tren desde la capital, pero sí moverse de un palacio a otro, de una quinta a otra. Para ello, hay varias opciones. Vale la pena hacer una parte del recorrido a pie, quizás el más cercano al palacio nacional. Para los sitios de interés más alejados del centro, los tuk-tuk (motociclet­as que llevan adosado un compartime­nto para dos personas) pueden ser una opción.

La visita más destacada de Sintra es el Palacio da Pena (por las peñas graníticas sobre las que se asienta), una de las mayores y desmesurad­as fantasías románticas del siglo XIX, hecho construir y pagado de su bolsillo por el rey consorte de Portugal Fernando de Sajonia Coburgo-Gotha. Anterior al castillo bávaro de Neuschwast­ein, también es, arquitectó­nicamente, más excesivo.

Pero hay otras visitas interesant­es: la fortaleza del castelo dos Mouros, los palacios de Montserrat­e y el de Seteais y sobre todo la Quinta da Regaleira, levantada por Carvalho Monteiro, que amasó una fortuna en Brasil y que hizo construir un palacio y unos jardines llenos de grutas, pozos, lagos, torres y estatuas, que atraen a los amantes de la cultura romántica.

 ?? RAOUEL SILVA ?? La Quinta da Regaleira, en Sintra
RAOUEL SILVA La Quinta da Regaleira, en Sintra
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RAOUL SILVA
 ?? RAOUL SILVA ?? Cascais, destino gastronómi­co. A la lonja del puerto de Cascais llegan cada día productos frescos del mar, como el pulpo, ingredient­e típico de la zona
RAOUL SILVA Cascais, destino gastronómi­co. A la lonja del puerto de Cascais llegan cada día productos frescos del mar, como el pulpo, ingredient­e típico de la zona

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