L’Illa, el centro más gourmet
Las aperturas de Vila Viniteca, Escribà, Camarasa o Morro Fi suben el listón del espacio gastronómico de la Diagonal
Cuando Anna Saura decidió que había llegado el momento de abrir un negocio que partía de su pasión por el mundo nipón, la belleza de la cocina y ese respeto por el trabajo bien hecho que tanto le había fascinado en sus viajes, se convirtió en la primera occidental que abría un restaurante japonés en Barcelona. “La osadía fue querer abrir una barra japonesa en un centro comercial, por donde la gente fluye sin parar. Quería que se perdiera el miedo que imponía cruzar la puerta de un japonés, con la entrada oscura, el largo pasillo; con ese halo de misterio. Y sigo pensando que fue un acierto”. El Sakura-Ya, que más tarde se ampliaría con un espacio de mesas, fue uno de los primeros polos de atracción gastronómica del centro comercial L’Illa Diagonal que abrió en 1993 con el atractivo de formar parte de un proyecto arquitectónico firmado por Rafael Moneo y Manuel Solà-Morales. “Era un edificio bien pensado, que además cuenta con numerosas oficinas con potenciales clientes para la zona del Rebost de l’Illa, que se creó en la planta inferior ”. Desde L’Illa explican que cuando los promotores decidieron crear un mercado privado, en una ciudad con un gran nivel de mercados municipales, al principio no fue fácil atra-
er a los clientes a la planta inferior, en la que se creó El Rebost. Pero la oferta de degustaciones, sugerida por Josep Andreu, de las charcuterías Andreu, supuso el pistoletazo de salida de lo que se convertiría en el actual espacio gastronómico que hoy cuenta con lista de espera de empresarios del sector que quieren tener allí un escaparate. “Es el centro comercial con mejor oferta gastronómica de España” explica el pastelero Christian Escribà, uno de los últimos en abrir. Ricardo García, de Udon, tiene claro que estar en L’Illa es buen negocio: “Aquí tenemos el local más pequeño y el que nos aporta mayor rentabilidad por silla”. Los precios de alquiler son caros y las condiciones muy exigentes, pero todos creen que compensa y que la clientela es muy buena. “No me parece mal que sean exigentes”, explica Quim Vila, de Vila Viniteca, para quien es importante que el espacio marque su propio estilo.
Algunos de los que vivieron los inicios aseguran que no siempre fue tan exitoso. Para Josep Andreu el gran salto llegó con la apertura del FNAC. Con 23 años, Toni Carmona, tercera generación del negocio de volatería L’Aviram, fue uno de los primeros en apostar por El Rebost. Su hermana, Andrea, se hizo cargo del negocio cuando él murió en un accidente de esquí en el 2002. “Al principio Toni pasaba las doce horas del día al pie del mostrador sin vender nada. Era un emprendedor y sabía que aquello tenía que funcionar”.
La Vanguardia reunió el jueves a los propietarios de algunos de los principales negocios para gourmets de L’Illa Diagonal que compartieron un vermut en el Morro Fi, que esta semana ha cumplido su primer año en L’Illa. Marcel Fernández, diseñador de profesión y apasionado de la gastronomía, cuenta que como los otros establecimientos que ha abierto con sus socios, también el de L’Illa fue fruto de la casualidad y está encantado de formar parte de un espacio gastronómico que sigue subiendo el listón y la variedad.
Reconocidos negocios de restauración se han hecho un hueco en un espacio cada vez más solicitado por su éxito