Un sabor endogámico
Al nostre gust Dirección: Oriol Broggi Lugar y fecha: Biblioteca de Catalunya (10/XI/2015)
Tal vez la última propuesta de La Perla29 se tendría que haber titulado El gust de cadascú de nosaltres, antes de caer en la tentación de parodiar Shakespeare y decir Al nostre gust, título francamente eufónico que parece trasladar a los intérpretes los aciertos y desaciertos. La responsabilidad del director podría verse atenuada al atribuir a Broggi la función de costurero obligado a religar los fragmentos dramáticos sugeridos por sus pupilos (eventualidad difícil de creer). Al nostre gust remite a palabras o escenas ya probadas, dentro o fuera de La Perla29, por los integrantes del espectáculo. Por eso empieza con un texto de Bernard-Marie Koltès –autor ajeno a la compañía de Broggi– dicho por un magnífico actor, como Ramon Vila, que lo representó años atrás, si no me equivoco, en la Sala Beckett.
La condición dominante es la heterogeneidad. La mezcla. El hecho de que algunos componentes de la generosa chanfaina no se puedan identificar fácilmente –los retales musicales, por ejemplo– hace que el interés del público suba y baje como una montaña rusa. El disfrute del fragmento seleccionado está siempre supeditado a su reducida duración y, por tanto, a la interrupción abrupta de la escena, en el momento, quizás, que empezaba a gustarte.
Salvat Papasseit y el Shakespeare de Juli Cèsar, la poesía de Foix y el latido testamentario de Lear, Antígona y Lili Marleen, Brecht y Chéjov. Espriu y más Shakespeare, ahora el de Hamlet... Broggi escoge unos párrafos emotivos de la prosa espriuana muy bien dichos, creo recordar, por Ernest Villegas. La libre selección de textos tiene esta ventaja: eso lo quiero, eso no lo quiero ... según cómo se vivió y oyó el resultado del trozo escogido la primera vez que subió al escenario. Las informaciones previas habrán inducido muchos lectores a creer que la propuesta podría ofrecer una sugestión parecida a aquel 28 i mig que se estrenó hace un par de años. Confieso desilusionarlos.
La dramaturgia, las soldaduras de los fragmentos no favorecen el atractivo de la propuesta, prisionera de una excesiva endogamia que cierra la puerta a la magia y frescura de aquel primer trabajo, poliédrico como el de ahora. Sin embargo, destaca, con Vila y Villegas, la buena actuación de Jordi Figueras y el resto de intérpretes.