Miró, ojos de CoBrA
Amsterdam muestra la relación del artista catalán con el movimiento de Appel, Jorn, Constant y Alechinsky
La exposición Miró & CoBrA. Juego experimental toma el relevo en Amstelveen a la que acaba de cerrar en los jardines del Rijksmuseum, donde se exponían 23 esculturas del artista catalán. Con 80 obras de Miró y 60 de CoBra, Miró & CoBrA. Juego experimental despliega toda la documentación de la que dispone en dejar ver la relación entre Joan Miró (18931993) y el movimiento que de 1948 a 1951 integraron, entre otros, Karel Appel, Asger Jorn, Constant y Pierre Alechinsky. La exposición muestra un aspecto quizás menos conocido: cómo retoma Miró el espíritu de CoBrA desde los años 60 hasta los 80 en su estudio de Mallorca, época en que vuelve a la pintura dejándose llevar por la intuición y la libertad.
La relación entre Miró y CoBrA es grande. Figuras de animales y humanas en un mismo cuadro, colores primarios, mensajes surrealistas, poesía, panfletos revolucionarios, sentido del humor, sensualidad, interés por la cerámica y la escultura, cuadros poemas... Todos estos aspectos y sobre todo el afán por experimentar con nuevos materiales y nuevas formas es lo que se ha buscado en esta exposición como elemento común: el experimento como juego.
El visitante entra a la exposición atravesando el estudio de Miró en Mallorca, dos fotos de unos tres metros nos presentan al artista rodeado de unos 40 objetos y material que usaba. Enseguida pasamos a una sala donde toda una pared se ha convertido en documento cronológico del desarrollo histórico y artístico de los artistas, fotografías, manifiestos relacionados con el tema.
En el resto de las salas se agrupan las obras diferenciadas por la década de los años cuarenta, de los cincuenta. “La muestra de Amstelveen es toda una investigación –aclara Els Drummen, comisaria de la exposición–, está muy documentada y es un estudio sobre la influencia de Miró, que atraviesa como un hilo rojo la obra del movimiento CoBrA, como se ve en la exposición. Nos hemos servido de fotografías datos de archivo y documentos, ha sido un estudio riguroso”.
Aunque no figuran en la exposición sus tres Interiores holandeses, Miró sentía admiración por Holanda y el arte del siglo de oro holandés. En 1928 escribe: “He ido un par de semanas a Holanda para visitar los museos. Una vez allá, me encantó la belleza del paisaje, porque todo estaba en flor. Vermeer y los maestros holandeses del siglo XII me interesan mucho y me he comprado muchas postales para reproducirlos”.
Hacia finales de los treinta hay un cambio. Miró se traslada con su familia de París antes de estallar la guerra mundial y aquí empieza una de las series más poéticas de Miró, él mismo explica su origen, “sentía un profundo deseo de huir. Me cerré deliberadamente en mí mismo. La noche, la música y las estrellas comenzaron a tener un papel decisivo en mi pintura”.
La serie Constel·lacions, pintada entre 1939 y 1941 en Varengeville-sur-Mer, un pueblo de Normandía, Palma y Montroig están en la exposición en formato litografía. En la serie predominan los astros, pájaros, intersecciones de líneas y colores a veces suaves, otras azul, rojo y amarillo. Falta intencionadamente la obra realista de sus primeros pasos como artista. La exposición muestra el desarrollo de Miró partiendo de Paisatge de 1927, su época surrealista, hasta el final de su vida.
La muestra incluye 80 obras de Miró, una copia de su taller mallorquín y 60 piezas del grupo nórdico