La Vanguardia

La bella y triste hija del coronel

- JAUME COLLELL

Es una mujer de cuerpo estilizado y hermoso, de rostro agraciado y estético. Sus ojos luminosos desprenden una mirada triste que esconde sufrimient­os pasados. Charlotte Rampling también es una actriz particular, magnética. Nacida en Sturmer (condado de Essex, Inglaterra) en 1946, cuando tenía ocho años la familia se trasladó temporalme­nte a Fointaineb­leau, en Francia, país que se convertirá con el tiempo en su segunda residencia hasta el punto de que se aprende de memoria las canciones de Luis Mariano, que entonces era una figura muy popular en París.

La infancia y adolescenc­ia de Charlotte estuvieron marcadas por la profesión de su padre, Godfrey Rampling, un coronel del ejército británico que consiguió una medalla en las Olimpiadas de Berlín de 1936 y que después de servir en el Ejército de Tierra alcanzó el grado de comandante de la OTAN. La madre, Isabel Ann Gurteen, fue una rica heredera de una familia dedicada a la confección, que incluso sale retratada en una novela de Scott Fitzgerald.

La niña realizó los cursos de primaria y secundaria entre la Jeanne d’Arc Acamedie pour les Jeunes Filles, de Versalles, y la distinguid­a escuela de su país natal Saint Hilda, en Bushley. Inició estudios comerciale­s en el Harrow Technical College y viajó a España. Durante un año residió en Madrid para aprender español.

Rampling ya actuaba de jovencita en espectácul­os de music hall junto a su hermana Sarah. En 1964 vuelve a Inglaterra y hace de modelo hasta convertirs­e en actriz. Al cabo de un año debuta en el filme The knack de Richard Lester.

Decidida a dedicarse al mundo de la interpreta­ción ingresó en el Royal Court Theatre de Londres para estudiar arte dramático. En 1966 hizo algunas incursione­s en el teatro y la televisión. En 1967 rodó en España La leyenda de un valiente, junto a Yul Brynner.

La carrera de Charlotte Rampling en el cine se dispara en 1969 con su participac­ión en La caída de los dioses, de Luchino Visconti. Dos años antes, un episodio trágico marcó su vida para siempre: el suicidio Sarah, su querida hermana, en Argentina, tras dar a luz, mientras su marido multimillo­nario estaba fuera de viaje. Ella y su padre pactaron esconder las causas de la muerte a su madre hasta que murió en el 2001.

Se casó en 1971 con el actor Bryan Southcombe. La pareja vivió en ménage à trois junto a un modelo. El matrimonio tuvo un hijo, Barnaby, que se dedicaría a la escenograf­ía. Tras el primer divorcio, Rampling volvió a casarse, esta vez con el compositor Jean-Michel Jarre, con quien tuvo otro hijo.

La película que marcó significat­ivamente la imagen de la actriz fue El portero de noche, de Liliana Cavani, en 1975. El papel de una supervivie­nte de los campos nazis que mantiene una relación de odio y deseo con su verdugo, encarnado por Dirk Bogarde, dibujan el carácter de una intérprete a quien le gusta explorar el laberinto turbio del alma humana. En esta película su personaje es duro, ambiguo y amargo. Desprende una aparente falta de expresión, esconde culpas del pasado, nunca confesadas, y un dolor íntimo por los castigos que sufrió. Este cóctel da pie a una especie de placer sadomasoqu­ista contradict­orio.

El look de la actriz, además, que aparecía con gorra militar, pantalón con tirantes y el torso desnudo, se erigió en un icono desafiante. En 1980 trabajó con Woody Allen en Recuerdos en un registro muy distinto.

Rampling, que en febrero cumple setenta años, acaba de publicar sus memorias, Que je suis (quién soy). Hace poco que ha fallecido su tercer compañero, Jean-Noel Tassez, un hombre de negocios relacionad­o con el mundo de la comunicaci­ón que fue consejero de políticos como François Mitterrand, Jack Lang o Nicolas Sarkozy. El pasado mes de febrero acudió al Festival de la Berlinale en el que obtuvo el Oso de Plata de interpreta­ción por su papel en 45 años, su última película, que se estrena el 18 de diciembre en España. Por el mismo papel el pasado octubre fue premiada como mejor actriz en el Festival de la Seminci de Valladolid. La frialdad y el enigma, la tristeza y la fragilidad abrigan también la historia de este filme en el que Rampling brilla por cuenta propia.

Sus papeles dibujan el carácter de una intérprete a quien le gusta explorar el laberinto turbio del alma

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 ?? DENIS GUIGNEBOUR­G / BESTIMAGE / GTRES ?? Arriba, Rampling en El portero de noche. Sobre estas líneas, una imagen de este mismo año en París
DENIS GUIGNEBOUR­G / BESTIMAGE / GTRES Arriba, Rampling en El portero de noche. Sobre estas líneas, una imagen de este mismo año en París
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