Mercè Ros
Mercè Ros, perito judicial, tasadora y asesora de coleccionistas
HISTORIADORA DEL ARTE
El único retrato de Felipe IV realizado por la mano de Rubens, que se creía perdido,ha sido descubierto en una colección privada española, según ha podido acreditar con abundante documentación la tasadora Mercè Ros.
No es la primera vez que aparece el retrato de Rubens como el original de la mano del pintor y todos los propietarios, desde la casa de Alba al Hermitage, consideran que el suyo es el auténtico. ¿Cómo les explica ahora que estaban equivocados? Creo que en ningún momento consideran de verdad que el suyo sea el auténtico ya que la historiografía siempre los ha considerado copias de mayor o menor calidad. Ninguna de estas obras ha sido considerada original de la mano de Rubens sino copias de taller realizadas a partir de un original del pintor que se consideraba perdido.
¿En qué momento se da cuenta de que no está ante una copia más? Los propietarios sabían perfectamente que era un Rubens por la calidad del retrato, infinitamente superior a cualquiera de las copias, y porque presenta una técnica sólo asequible para un maestro de su talla. A partir de ahí sólo era cuestión de tirar del hilo por unas características de la obra (es una tabla transferida a lienzo) y por detalles que me llevan hasta sir Joseph Duveen, el más prestigioso comerciante de arte de todos los tiempos cuyos archivos pude consultar y comprobar que este cuadro, que fue de su propiedad, es el cuadro que se consideraba el auténtico retrato del rey. Existe mucha documentación sobre la obra, pero siempre aparecía como perdido o en localización desconocida. Por otro lado, la documentación del Corpus Rubenianum sobre la obra coincide plenamente con la de los archivos de Duveen. Se trata de la misma obra que coincide en medidas, técnica, características, todo ello confirmado por las fotografías antiguas que se conservan. De esta manera, la obra pasó de ser un Rubens a ser el Rubens.
Discernir la paleta de Rubens con la de los pintores de su taller, repleta de genios, como Jacob Jordaens o Anton van Dyck, no debe de ser tarea fácil. Hay cosas que ni los mejores discípulos pueden imitar ya que el pintor tiene su propio estilo que le hace diferente del resto, es como una caligrafía pictórica que sale de la mano de cada artista. En este caso, los empastes, las transiciones de los colores fríos a los cálidos y sobre todo la viveza del retrato que sólo se consigue cuando tienes delante al modelo es lo que lo diferencia. Este cuadro contiene en sí vida y es además la encarnación de un encuentro histórico entre el rey y el pintor, un espacio y un tiempo únicos.
¿Un caso como este exigirá la acreditación de algunos de los máximos expertos ?
La historiografía antigua ya lo reconoció como el original. August Mayer publica en 1926 en el Burlington Magazine su descubrimiento, y otros historiadores como Glück o Burchard, vinculados al estudio de Rubens, citan en los textos que el original es el de Duveen. Hay además expertos en Rubens que ya han confirmado su autenticidad. Eso queda ya fuera de toda duda.
A menudo, en el mundo del arte, las atribuciones son tan subjetivas como los precios. ¿Hasta qué punto es fundamental el ojo del connoisseur? El ojo del experto es fundamental, pero no olvidemos que el experto es humano. En todo caso, es el que tiene menos probabilidades de equivocarse que el resto, por eso se le consulta. Si en un caso como este, la obra va además acompañada de documentación que sustenta la atribución del experto, entonces ya no hay dudas. Se trata, como en el momento de valorar una obra de arte, de ser lo más objetivo posible aunque en este caso el valor de la obra, desde el punto de vista económico, es difícilmente comparable con otras, precisamente por su importancia histórica y unicidad. Ningún retrato de Rubens, por bueno que sea, puede compararse con una pieza de esta relevancia histórica.
En tanto que perito judicial, tasadora y asesora de coleccionistas, está permanentemente en contacto con el coleccionismo privado. ¿Cree que es un ámbito donde caben aún muchas sorpresas? A la vista está que sí. Considero que es importantísimo, especialmente en pintura antigua, el estudio de las obras porque son las que más sorpresas pueden dar. La historiografía del arte está en plena evolución y así como las obras de los museos están perfectamente estudiadas por expertos y conservadores, las que pueda haber en una colección particular pueden estar a la espera de que alguien las estudie y las descubra. Esto es importante a nivel artístico pero también a nivel económico. El efecto es inmediato.
Se dice que al menos el 30 por ciento de las obras que se mueven en el mercado son falsas. ¿Cómo ha de moverse un coleccionista en ese laberinto? Desconozco los porcentajes, pero sí que es verdad que se comercia con falsificaciones diariamente. Lo más importante es saber asesorarse bien, que las obras estén documentadas y dejarse aconsejar por un profesional imparcial en una transacción. Muchas veces reviso compras en las que no intervengo, compras que quieren hacer coleccionistas, y compruebo que la documentación aportada sea correcta, que los expertos consultados son los adecuados y reconocidos por el mercado. Además, debemos saber que no sólo se falsifican las obras de arte, también los certificados de autenticidad, así que hay que ser especialmente cuidadosos.
“Este cuadro contiene en sí vida y encarna un encuentro histórico entre el rey y el pintor”