La Vanguardia

La forja de una rebelde

La portavoz de la CUP, Anna Gabriel, se ha convertido en la pieza clave en las negociacio­nes con Junts pel Sí

- JAVIER RICOU

Viaje a Sallent, la población en la que se ha forjado la carrera política de Anna Gabriel, que, junto con sus compañeros de la CUP, tiene en sus manos el futuro más inmediato de Catalunya.

Es jueves, once y cuarto de la mañana. Artur Mas se somete en el Parlament a la segunda votación de investidur­a. El debate se emite en directo, y las cámaras enfocan a la bancada de la CUP. Ahí está sentada en primera fila Anna Gabriel (1975), nueva en ese escenario. Una política con espíritu revolucion­ario forjada en el pueblo minero de Sallent de Llobregat, un municipio obrero de la denominada Catalunya profunda con una larga tradición anarquista. En las manos de Gabriel y las de sus compañeros de partido descansa el futuro más inmediato de Catalunya. Pero en el ring del partido que ahora juega esta luchadora de la política no hay motos, coches, pelotas ni raquetas. Así que mientras la olla del futuro de Catalunya hierve en el Parlament, en Sallent los vecinos de Anna, esos que la han visto crecer, formarse y defender sus ideales desde que tenía 16 años, están en otras cosas. Ningún televisor de los bares más concurrido­s del centro de esta localidad, de siete mil habitantes, tiene puesto el canal que emite el debate. La escasa clientela de esa hora tampoco lo ha pedido. Quizás sea porque a la mayoría de estos habitantes no les sorprende el papel que hoy interpreta Gabriel en la política. “Está en su salsa, es lo suyo y desde muy pequeña ya apuntaba maneras”, afirma Anna, dueña de uno de esos bares. Tampoco se extrañan de su indumentar­ia y su aspecto. “Siempre se ha vestido igual, con sus camisetas, y muy pocas veces la hemos visto sin su flequillo. No creo que ahora vaya a cambiar”, augura. Y sus ideas. “Las ha tenido y las tiene muy claras, en eso tampoco ha cambiado”.

Tuvo buenos maestros en casa. Su abuelo materno, Artemi Sabaté, fue un destacado dirigente de la CNT. “Un hombre muy sociable, que se hacía querer, pero muy tozudo con sus ideales. Su nieta es un calco del abuelo”, afirma Astrid, dueña de un restaurant­e donde sí se ha seguido el debate del Parlament. Es el Frankfurt, frecuentad­o por Gabriel y la gente de su cuerda. Un nombre que engaña, pues en ese restaurant­e –en el que han sido vistos Oriol Junqueras o David Fernández– sirven platos de cocina catalana como garbanzos o butifarra negra y blanca.

Antes de dar el salto a la primera fila de la política (Gabriel fue concejal por la CUP en Sallent entre el 2003 y el 2007), Anna frecuentab­a muy a menudo el Ateneu Popular Rocaus. Allí y en el Agrupament Roques Albes se

Su abuelo fue un destacado dirigente de la CNT, y su madre militó en el PSUC

Su camiseta preferida es una advertenci­a: “Jugamos todas o pinchamos la pelota”

gestó la persona y política que es hoy. Aunque jugó con ventaja, pues se inició en el mundo asambleari­o con las lecciones básicas aprendidas ya en casa. Su madre, Maribel, militó en el PSUC. Y por la parte de su padre (hijo de un emigrante de Huelva que trabajó en las minas de Sallent) conoció de primera mano el mundo obrero –las condicione­s de trabajo en aquellos túneles de potasa eran muy duras entonces– y el sindicalis­mo. En Sallent se cuenta, además, que el bisabuelo materno de Anna quemó una importante cantidad de dinero en la plaza del pueblo convencido de que el sistema capitalist­a estaba a punto de desaparece­r.

David Gabriel, hermano de Anna, bebió de esas mismas fuentes. Y aunque no milita en ningún partido (regenta con su mujer una floristerí­a en el centro de Sallent), sí comparte ideales con su hermana. Estos días han hablado muy poco. “Ya tiene bastante con todo lo que está pasando”, afirma David. Y tampoco se le ha ocurrido a David llamarla por teléfono para sonsacarle por dónde irán los tiros de la CUP. “Jamás se me ocurriría hacer una cosa así con mi hermana”. Anna, con pareja estable, suele sacar tiempo para visitar varias veces al mes a su familia. Tiene casa (era la de sus abuelos) en el mismo edificio en el que vive su madre. “Cuando nos reunimos no solemos hablar de política”, revela David. Él y Anna fueron los primeros independen­tistas declarados de la familia.

De su época de estudiante, Anna es recordada por Josep –el que fue su profesor de matemática­s en el instituto– “como una alumna brillante”. Todas las materias se le daban bien. Cursó tercero de BUP y COU en Manresa y después se licenció en Derecho en la Universita­t Autònoma. Otras de sus luchas es la feminista. Habla en femenino como género neutro. El lema de una de sus camisetas preferidas lo deja muy claro: “Juguem totes o punxem la pilota”.

“Desde los dieciséis años viste igual y defiende lo mismo”, dicen sus vecinos

Su bisabuelo quemó dinero en la plaza de Sallent convencido del fin del capitalism­o

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LLUÍS GENÉ / AFP La dulce sonrisa de Anna Gabriel choca con la dureza de sus argumentos

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