Opresión, rebelión, represión
¿Por qué Francia es tan vulnerable a la violencia yihadista? el Estado Islámico en Iraq y Siria.
Francia sufre, más que cualquier otro país de Europa, la violencia yihadista, pero también es el que tiene una relación más intensa y genuina con el islam. La historia, la estructura social, la demografía y el militarismo ayudan a explicar las razones de este terror recurrente.
LA HISTORIA
De las cruzadas al colonialismo
El pasado mes de junio, después del ataque contra una playa de Túnez en el que murieron 38 turistas, 30 de ellos británicos, un salafista yihadista se remontó a las cruzadas para justificar “la guerra contra Occidente”. Hablaba en serio, de las heridas abiertas por los francos del siglo XI, doscientos años de guerras santas cristianas, un horror, un sometimiento que se prolongó con el colonialismo.
Francia ha sido la potencia hegemónica en el Magreb y gran parte de Oriente Medio. Ocupó Argelia en 1830. En 1912 estableció un protectorado en Marruecos. Ocupó Líbano y Siria tras la Primera Guerra Mundial.
Perder Marruecos en 1956 fue un trauma, pero nada comparado con la guerra de Argelia (19541962), y no sólo por los muertos –150.000 en el bando argelino y 25.000 en el francés– ni por la crudeza de los combates y las purgas, sino porque Argelia era parte de Francia. Las heridas de aquella amputación no se han cerrado. El Frente Nacional lo funda Jean Marie Le Pen, paracaidista en Argelia, incapaz de asumir la derrota.
El colonialismo pasó, pero Francia, más que ningún otro país europeo, sigue ejerciendo una gran influencia en Siria, Líbano y el Magreb, su patio trasero, donde apoyó a dictaduras tan lesivas como la de Ben Ali en Túnez y la Bashar el Asad en Siria.
LA LUCHA CONTRA LA YIHAD Más de 10.000 tropas en el extranjero
El ejército francés tiene a más de 10.000 soldados desplegados fuede ra de Francia. Más de 3.000 están en África occidental (Mali sobre todo), unos 2.000 en África central y 3.200 en Iraq.
Mientras Londres y Washington piensan los pros y los contras de una intervención, París no suele tener tantas dudas.
En el 2011, cuando el ejército libio avanzaba sobre la rebelde Bengasi, Sarkozy ordenó un bombardeo que salvó la ciudad en el último momento.
Dos años después, el ejército francés derrotó a los yihadistas en Mali. Al Qaeda en el Magreb Islámico aún no se ha recuperado de aquella derrota. Los llamamientos de la organización a atacar Francia son constantes desde entonces.
El ejército francés, dentro de la coalición internacional, combate al Estado Islámico en Siria y los terroristas que el viernes atacaron París abrieron fuego al grito de “es por Siria”.
El portaaviones Charles de Gaulle, por ejemplo, se dispone a zarpar de Toulon el próximo miércoles con destino al golfo Pérsico, donde se unirá a la flota que participa en los ataques contra
LA POBLACIÓN El 8% de los franceses son musulmanes
En verano del 2014 el instituto Ipsos Mori preguntó a los franceses el porcentaje de musulmanes que creían que había en Francia y dijeron que un 23%. No hay datos oficiales sobre la población musulmana porque la ley prohíbe preguntar a los ciudadanos por su religión, pero el Ministerio del Interior calcula que son unos cinco millones, es decir, un 8%. Aquí incluye a las personas de origen o cultura musulmana. Los practicantes declarados son 2,1 millones. Los salafistas, 15.000 y los yihadistas unos 2.000.
LA SOCIEDAD
La gran fractura
Francia es un país segregado. Pocos musulmanes destacan en los negocios o la política. Los sociólogos hablan de opresión racial. Los musulmanes, muchos de ellos argelinos, que llegan a Francia des- el final de la Primera Guerra Mundial, han trabajado mucho y cobrado poco. Son mano de obra barata para las fábricas del norte, de los arrabales de Lyon y París. Viven en suburbios donde la pobreza y la falta de oportunidades impulsan la criminalidad.
Los jóvenes, que han heredado la inferioridad social de sus padres, se levantaron en el 2005 contra la exclusión social. Quemaron coches y neumáticos no en nombre de Dios sino de la igualdad, pilar sagrado de la República. La desigualdad y la crisis perenne dio con los más vulnerables en prisión, donde se radicalizaron, completando un ciclo muy similar al de muchos negros en Estados Unidos.
El número de musulmanes en las cárceles francesas es enorme. Tampoco hay datos oficiales pero ronda el 70%, una desproporción abismal, casi diez veces superior a su peso en la población.
Francia, a diferencia del Reino Unido, tiene pocos programas de desradicalización, pocos imanes afines dentro de las prisiones. Los internos lo tienen fácil para caer en las redes yihadistas. Allí, en la yihad, encuentran un sentido a la vida, una felicidad nueva, orgullo y valentía para oponerse al laicismo de la república. Combaten la prohibición de llevar velo en la calle, de cubrirse la cabeza en las escuelas. Protestan la sátira contra el profeta que ilustra revistas como Charlie Hebdo. Reniegan del laicismo. Adquieren conciencia política, una ideología que enriquecen cuando el Frente Nacional –líder en los sondeos de cara a las elecciones regionales del 6 de diciembre– tensa la cuerda de la identidad católica y cae en el racismo.
Estos hijos de Francia, de Europa, pasan de la opresión a la rebelión y de ahí saltan a la liberación del yihadismo, una exaltación nihilista camino del paraíso.
LAS ARMAS
La conexión belga
Los traficantes de armas parece que tienen un filón en Bélgica, el país europeo con mayor densidad musulmana. De allí parece que salió el armamento para los ataques del viernes en París, y de allí salió también el que acabó con los dibujantes de Charlie Hebdo. Las armas, pistolas y fusiles de asalto kalashnikov, proceden de Oriente Medio y los Balcanes, y se mueven por las rutas que gestionan las mafias balcánicas, aprovechando las ventajas de una Europa sin fronteras.