Ruptura y desconcierto
La declaración de ruptura del Parlament suscita sorpresa e irritación en las instituciones internacionales
La afirmación de que ‘el mundo nos mira’ pocas veces fue tan cierta como el lunes, cuando el Parlament de Catalunya votó una resolución de ruptura con España con la advertencia de que no acatará las decisiones que pueda tomar el Tribunal Constitucional para frenar su plan.
La concentración de ministros y diplomáticos era especialmente alta aquel día en Bruselas. Había un Eurogrupo y una reunión de ministros del Interior pero no se esperaban decisiones importantes. La tensión informativa estaba ese día estaba en otro sitio, y otro era el tema que surgía en todas las conversaciones de esta corresponsal con funcionarios comunitarios, diplomáticos y encargados de prensa de las embajadas ante la UE: Catalunya.
Las preguntas se amontonaban: ¿Qué está pasando?, ¿hasta dónde van a llegar?, ¿qué va a hacer el Gobierno español?, ¿qué puede cambiar tras las elecciones españolas?... En realidad, a estas alturas, el conocimiento general en medios diplomáticos europeos sobre los actores clave del proceso es bastante impresionante. El desconcierto viene por el rumbo que han tomado los acontecimientos. Sus reacciones, opiniones y mensajes oscilaban entre la sorpresa, la incredulidad, el enfado y el fastidio indisimulado.
“¿Y qué que hayan aprobado ese texto, qué piensan conseguir con eso?”, apuntaba una fuente, irritada, con cierto descreimiento. “Esto va a acabar en violencia”, vaticinaba alarmado un diplomático de fuera de la UE que abogaba por una reforma de la Constitución española que dé pie a un Estado federal y permitir votar “algo” al pueblo catalán.
El Govern ha detectado desde las elecciones del 27-S “una preocupación creciente” por la falta de diálogo y, ahora, reacciones de sorpresa, admiten fuentes oficiales. “Sorprende que sorprenda la resolución porque estaba en los programas electorales”, señalan, admitiendo dificultades para explicar los matices del proceso. “Esperan que tras las elecciones españolas haya un gobierno diferente, sin mayoría absoluta, se retome el timón de la política”, añaden las citadas fuentes.
La posibilidad de una mediación de Europa en el conflicto entre Catalunya y el Estado central sigue pareciendo lejana. Al explicar que, para parte del bloque independentista, el objetivo es lograr que Europa intervenga y presione al Gobierno español para que negocie o que, incluso, convoque un referéndum de independencia la reacción general es de estupefacción. “¿Y por qué iba Europa a tomar partido por Catalunya en lugar de por el Gobierno español?”, replicó con sorpresa otra fuente europea.
“Simpatías hay, pero no apoyos”, reconocen las citadas fuentes oficiales catalanas. “No hay nadie que abiertamente dé su apoyo al proceso de secesión no acordada sin el consentimiento del Estado central, que es de lo que estamos hablando ahora”, admiten.
La reacción europea no se explica ya sólo porque se recele de cualquier cosa que provoque inestabilidad en España en las actuales circunstancia. Ahora tiene que ver ante todo con el principio del respeto al Estado de derecho. La resolución del Parlament de Catalunya no encaja en esa lógica. “Ir contra la ley española es ir contra le ley europea. Ningún Estado miembro va a atender a una acción basada en el no cumplimiento de la ley”, afirman fuentes europeas. El re- chazo a la ruptura con la legalidad está presente en los editoriales de los medios de comunicación más influyentes del mundo.
El titular del Financial Times no deja lugar a dudas sobre su posición al respecto: “La locura de las prisas de Catalunya por la independencia”. El diario británico, lo primero que diplomáticos y eurofuncionarios leen cada mañana, lleva años advirtiendo de la “crisis constitucional” en España y aconsejando a Mariano Rajoy que la aborde sin dilación con medidas políticas, no judiciales. Pero en el momento actual no tiene dudas de a quién le corresponde mover ficha: “Madrid no debe sobrerreacionar al desafío” pero es Catalunya quien “en primer lugar debe dar un paso atrás para no provocar una profunda crisis”.
El servicio de análisis de la agencia Reuters, Breaking
views, sentenció que el Parlament de Catalunya “se ha pegado un tiro en el pie” con la resolución. Ese texto “dice claramente que las decisiones judiciales del TC se ignorarán. Es un golpe de Estado pseudo democrático”, sentencian sus analistas. La actuación, concluyen, “es irracional” ya que es “improbable” que vaya a encontrar algún apoyo en Europa o las instituciones internacionales.
“¿Y por qué iba Europa a tomar partido por Catalunya y no por el Gobierno?”