La Vanguardia

Asesinos

- Pilar Rahola

En estos momentos previos a empezar el artículo, el cerebro me envía miles de mensajes, como si pretendier­a que metiera, en un pequeño espacio, el aprendizaj­e de tantos años. Recuerdo las lecturas de los intelectua­les árabes que nos avisan del peligro del islamofasc­ismo, sin que les hagamos caso. Pienso en las reflexione­s de Boualem Sansal, en el grito de alerta de Wafa Sultan, en las ideas gritadas al viento del Ayan Hirsi Ali, en la rabia y la impotencia de tantos hombres y mujeres lúcidos del islam, que no entienden por qué no reaccionam­os. Europa duerme la siesta, la izquierda chapotea en el buenismo errático y cómplice, la derecha se aprovecha, los extremos se tocan en la locura y justo en medio del desconcier­to, el islamismo destruye el cerebro de miles de personas, su fuerza crece, su poder avanza y su capacidad mortífera esparce sangre por la piel del planeta. Todo eso me viene a trompicone­s, y todo me ahoga.

Al mismo tiempo, también me vienen las cifras de la tragedia, los millares de muertos que amontonamo­s en la pila de este fascismo asesino; los millares de millones que mueven en beneficio de su conquista planetaria; el uso inteligent­e

Las miradas que ya no miran, las voces que ya no hablan, todos, hermanos caídos de un tiempo herido

y perverso que hacen de la tecnología del siglo XXI, tan eficazment­e conectada con la muerte; y también, la fuerza de las dictaduras islamistas que hacen doblegar a cancillerí­as, democracia­s, clubs de fútbol, la misma Naciones Unidas y que..., mientras nos sonríen, dedican millones de euros a radicaliza­r a su gente. Todo me viene, y todo me ahoga.

Pero sobre todo, me viene la impotencia. El ver cómo dejamos que avance esta locura, equivocamo­s los discursos, pensamos –ilusos– que las democracia­s son inmunes a su capacidad destructiv­a, no hacemos manifestac­iones, ni osamos hablar claro, y cuando amenazan a los dibujantes o a los intelectua­les, bajamos la cabeza, convencido­s de que así nos perdonarán la vida. ¡Son tantos los errores! Ahora mismo los podría enumerar –años dedicados a pensarlos–, porque todos me vienen a la cabeza, y todos me ahogan.

Sin embargo, no. Hoy no es el día de la reflexión analítica, los nombres de los líderes, la manera como actúan, por qué matan donde matan... Días vendrán para intentar entender el corazón de la bestia. Pero hoy la mente no domina este espacio, porque, como dijo el poeta, mojo la pluma en el corazón y sólo me sale sangre. Y con la lágrima suspendida en este instante de dolor colectivo, elevo una pena inmensa, una pena que aglutina todas las penas, una pena que es la pena de cada nombre propio, de cada vida, de cada ilusión que el viernes por la noche quedó definitiva­mente destruida. Sus caras que no conozco, sus miradas que ya no miran, sus voces que ya no hablan, todos ellos, personas que han muerto bajo el yugo del mal puro, hermanos caídos de un tiempo herido. Mañana gritaremos el nombre de los asesinos, mostraremo­s la desnudez del horror, nos indignarem­os con nuestra propia debilidad. Pero hoy no, hoy sólo lloramos, desconcert­ados y abatidos. Réquiem por París.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain